5 de noviembre de 2015

4°año El tema del honor en los personajes femeninos.

Buscar en el diccionario los conceptos de honor y honra.
Buscar argumento de Fuenteovejuna  de Lope de Vega  para contextualizar el fragmento. 

                                                     DE UNA FATAL OCASIÓN. (romance anónimo)
Por aquellos prados verdes,   
qué galana va la niña;
con su andar siega la yerba,    
con los zapatos la trilla,
con el vuelo de la falda
a ambos lados la tendía.
El rocío de los campos    
la daba por la rodilla;
arregazó su brial,    
descubrió blanca camisa;
maldiciendo del rocío    
y su gran descortesía,
miraba a un lado y a otro    
por ver si a1guien la veía.
Bien la vía el caballero
que tanto la pretendía;
mucho andaba el de a caballo,  
mucho más que anda la niña:
allá se la fue a alcanzar
al pie de una verde oliva,
¡amargo que lleva el fruto,
amargo para la linda!
—¿Adónde por estos prados
camina sola mi vida?
—No me puedo detener,
que voy a la santa ermita.
—Tiempo es de hablarte, la blanca,  
escúchesme aquí, la linda.
Abrazóla por sentarla
al pie de la verde oliva;
dieron vuelta sobre vuelta, 
derribarla no podía.
Entre las vueltas que daban
la niña el puñal le quita,
metiéraselo en el pecho, 
a la espalda le salía.
Entre el hervor de la sangre
el caballero decía:
—Perdime por tu hermosura;
perdóname, blanca niña.
No te alabes en tu tierra 
ni te alabes en la mía
que mataste un caballero
con las armas que traía.
—No alabarme, caballero,
decirlo, bien me sería;
donde no encontrase gentes
a las aves lo diría.
Mas con mis ojos morenos,
¡Dios, cuánto te lloraría!
Puso el muerto en el caballo,
camina la sierra arriba;
encontró al santo ermitaño
a la puerta de la ermita:
—Entiérrame este cadáver  
por Dios y Santa María.
—Si lo trajeras con  honra
tú enterrarlo aquí podrías.
—Yo con honra sí lo traigo,
con honra y sin alegría.
Con el su puñal dorado   
la sepultura le hacía;
con las sus manos tan blancas  
de tierra el cuerpo cubría,
con lágrimas de sus ojos 
le echaba el agua bendita.



FUENTEOVEJUNA. 

Lope de Vega.

Acto III (fragmento)
ESTEBAN:       ¡Hija mía!
LAURENCIA:                No me nombres
               tu hija.
ESTEBAN:                ¿Por qué, mis ojos?
               ¿Por qué?
LAURENCIA:               Por muchas razones,
               y sean las principales:
               porque dejas que me roben
               tiranos sin que me vengues,
               traidores sin que me cobres.
               Aún no era yo de Frondoso,
               para que digas que tome,
               como marido, venganza;
               que aquí por tu cuenta corre;
               que en tanto que de las bodas
               no haya llegado la noche,
               del padre, y no del marido,
               la obligación presupone;
               que en tanto que no me entregan
               una joya, aunque la compren,
               no ha de correr por mi cuenta
               las guardas ni los ladrones.
               Llevóme de vuestros ojos
               a su casa Fernán Gómez;
               la oveja al lobo dejáis
               como cobardes pastores.
               ¿Qué dagas no vi en mi pecho?
               ¿Qué desatinos enormes,
               qué palabras, qué amenazas,
               y qué delitos atroces,
               por rendir mi castidad
               a sus apetitos torpes?
               Mis cabellos ¿no lo dicen?
               ¿No se ven aquí los golpes
               de la sangre y las señales?
               ¿Vosotros sois hombres nobles?
               ¿Vosotros padres y deudos?
               ¿Vosotros, que no se os rompen
               las entrañas de dolor,
               de verme en tantos dolores?
               Ovejas sois, bien lo dice
               de Fuenteovejuna el hombre.
               Dadme unas armas a mí
               pues sois piedras, pues sois tigres...
               --Tigres no, porque feroces
               siguen quien roba sus hijos,
               matando los cazadores
               antes que entren por el mar
               y pos sus ondas se arrojen.
               Liebres cobardes nacistes;
               bárbaros sois, no españoles.
               Gallinas, ¡vuestras mujeres
               sufrís que otros hombres gocen!
               Poneos ruecas en la cinta.
               ¿Para qué os ceñís estoques?
               ¡Vive Dios, que he de trazar
               que solas mujeres cobren
               la honra de estos tiranos,
               la sangre de estos traidores,
               y que os han de tirar piedras,
               hilanderas, maricones,
               amujerados, cobardes,
               y que mañana os adornen
               nuestras tocas y basquiñas,
               solimanes y colores!
               A Frondoso quiere ya,
               sin sentencia, sin pregones,
               colgar el comendador
               del almena de una torre;
               de todos hará lo mismo;
               y yo me huelgo, medio-hombres,
               por que quede sin mujeres
               esta villa honrada, y torne
               aquel siglo de amazonas,
               eterno espanto del orbe.





 

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