Eugène
Ionesco
Teatro del absurdo
Es un término que abarca un conjunto de obras
escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos durante las
décadas de 1940, 1950 y 1960 y, en general, el estilo teatral que
surgió a partir de la obra de aquellos. Se caracteriza por tramas que parecen carecer de
significado, diálogos repetitivos y falta de
secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica. El teatro del absurdo
tiene fuertes rasgos existencialistas y
cuestiona la sociedad y al hombre. A través del humor y la
mitificación escondían una actitud muy exigente hacia su arte. La incoherencia, el disparate
y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras.
LA
CANTANTE CALVA
(La
cantatrice chauve)
Anti–pieza
La
cantante calva fue
representada por primera vez en el Théátre des Noctambules el 11 de
mayo de 1950, por la compañía Nicolás Bataille. La puesta en
escena estuvo a cargo de Nicolás Bataille
PERSONAJES
señor
smith
señora
smith
señor
martin
señora
martin
mary,
la sirvienta
el
capitán de los bomberos.
ESCENA
IV
Los
mismos, menos mary
La
señora y el señor martin
se sientan
el uno frente al otro, sin hablarse. Se sonríen con timidez.
sr.
martin (el
diálogo que sigue debe ser dicho con una voz lánguida, monótona,
un poco cantante, nada matizada):
–
Discúlpeme, señora, pero me parece, si no me engaño, que la he
encontrado ya en alguna parte.
sra.
martin:
–
A mí también me parece, señor, que lo he encontrado ya en alguna
parte.
sr.
martin:
–
¿No la habré visto, señora, en
Manchester, por casualidad?
sra.
martin:
–
Es muy posible. Yo soy originaria
de la ciudad de Manchester. Pero no recuerdo muy bien, señor, no
podría afirmar si lo he visto allí o no.
sr.
martin:
–
¡Dios mío, qué curioso! ¡Yo
también soy originario de la ciudad de Manchester!
sra.
martin:
–
¡Qué curioso!
sr.
martin:
–
¡Muy curioso!... Pero yo,
señora, dejé la ciudad de Manchester hace cinco semanas, más o
menos.
sra.
martin:
–
¡Qué
curioso! ¡Qué extraña coincidencia! Yo también, señor, dejé la
ciudad de Manchester hace cinco semanas, más o menos.
sr.
martin:
–
Tomé el tren de las ocho y media
de la mañana, que llega a Londres a las cinco menos cuarto, señora.
sra.
martin:
–
¡Qué curioso! ¡Qué extraño!
¡Y qué coincidencia! ¡Yo tomé el mismo tren, señor, yo también!
sr.
martin:
¡Dios
mío, qué curioso! ¿Entonces, tal vez, señora, la vi en el tren?
sra.
martin:
–
Es muy posible, no está
excluido, es posible y, después de todo, ¿por qué no?... Pero yo
no lo recuerdo, señor.
sr.
martin:
–
Yo viajaba en segunda clase,
señora. No hay segunda clase en Inglaterra, pero a pesar de ello yo
viajo en segunda clase.
sra.
martin:
–
¡Qué extraño, qué curioso,
qué coincidencia! ¡Yo también, señor, viajaba en segunda clase!
sr.
martin:
–
¡Qué curioso! Quizás nos
hayamos encontrado en la segunda clase, estimada señora.
sra.
martin:
–
Es muy posible y no queda
completamente excluido Pero lo recuerdo muy bien, estimado señor.
sr.
martin:
–
Yo iba en el coche número 8,
sexto compartimiento, señora.
sra.
martin:
–
¡Qué curioso! Yo iba también
en el coche número 8, sexto compartimiento, estimado señor.
sr.
martin:
–
¡Qué curioso y qué
coincidencia extraña! Quizá nos hayamos encontrado en el sexto
compartimiento, estimada señora.
sra.
martin:
–
Es muy posible, después de todo.
Pero no lo recuerdo, estimado señor.
sr.
martin:
–
En verdad, estimada señora, yo
tampoco lo recuerdo, pero es posible que nos hayamos visto allí, y
si reflexiono sobre ello, me parece incluso muy posible.
sra.
martin:
–
¡Oh, verdaderamente,
verdaderamente, señor!
sr.
martin:
–
¡Qué curioso! Yo ocupaba el
asiento número 3, junto a la ventana, estimada señora.
sra.
martin:
–
¡Oh,
Dios mío, qué curioso y extraño! Yo tenía el asiento número 6,
junto
a la ventana, frente a usted, estimado señor.
sr.
martin:
–
¡Oh, Dios mío, qué curioso y
qué coincidencia! ¡Estábamos, por lo tanto, frente a frente,
estimada señora! ¡Es allí donde debimos vernos!
sra.
martin:
–
¡Qué curioso! Es posible, pero
no lo recuerdo, señor.
sr.
martin:
–
Para decir la verdad, estimada
señora, tampoco yo lo recuerdo. Sin embargo, es muy posible que nos
hayamos visto en esa ocasión.
sra.
martin:
–
Es cierto, pero no estoy de modo
alguno segura de ello, señor.
sr.
martin:
–
¿No
era usted, estimada señora, la dama que me rogó que colocara su
valija en la red y que luego me dio las gracias y me permitió fumar?
sra.
martin:
–
¡Sí, era yo sin duda, señor!
¡Qué curioso, qué curioso, y qué coincidencia!
sr.
martin:
–
¡Qué curioso, qué extraño, y
qué coincidencia! Pues bien, entonces, ¿tal vez nos hayamos
conocido en ese momento, señora?
sra.
martin:
–
¡Qué curioso y qué
coincidencia! Es muy posible, estimado señor. Sin embargo, no creo
recordarlo.
sr.
martin:
–
Yo
tampoco, señora.
Un
momento de silencio. El reloj toca 2–1.
sr.
martin:
–
Desde que llegué a Londres vivo
en la calle Bromfield, estimada señora.
sra.
martin:
–
¡Qué curioso, qué extraño! Yo
también, desde mi llegada a Londres, vivo en la calle Bromfield,
estimado señor.
sr.
martin:
–
Es curioso, pero entonces,
entonces tal vez nos hayamos encontrado en la calle Bromfield,
estimada señora.
sra.
martin:
–
¡Qué curioso, qué extraño!
¡Es muy posible, después de todo! Pero no lo recuerdo, estimado
señor.
sr.
martin:
–
Yo vivo en el número 19,
estimada señora.
sra.
martin:
–
¡Qué curioso! Yo también vivo
en el número 19, estimado señor.
sr.
martin:
–
Pero entonces, entonces,
entonces, entonces quizá nos hayamos visto en esa casa, estimada
señora.
sra.
martin:
–
Es muy posible, pero no lo
recuerdo, estimado señor.
sr.
martin:
Mi departamento está en el quinto piso, es el número 8, estimada
señora.
sra.
martin:
–
¡Qué curioso, Dios mío, y qué
extraño! ¡Y qué coincidencia! ¡Yo también vivo en el quinto
piso, en el departamento número 8, estimado señor!
sr.
martin (pensativo):
–
¡Qué
curioso, qué curioso, qué curioso y qué coincidencia! Sepa usted
que en mi dormitorio tengo una cama. Mi cama está cubierta con un
edredón verde. Esa habitación, con esa cama y su edredón verde, se
halla en el fondo del pasillo, entre los retretes y la biblioteca,
estimada señora.
sra.
martin:
–
¡Qué coincidencia, Dios mío,
qué coincidencia! Mi dormitorio tiene también una cama con un
edredón verde y se encuentra en el fondo del pasillo, entre los
retretes y la biblioteca, mi estimado señor.
sr.
martin:
–
¡Es extraño, curioso, extraño!
Entonces, señora, vivimos en la misma habitación y dormimos en la
misma cama, estimada señora. ¡Quizá sea en ella donde nos hemos
visto!
sra.
martin:
–
¡Qué curioso y qué
coincidencia! Es muy posible que nos hayamos encontrado allí y tal
vez anoche. ¡Pero no lo recuerdo, estimado señor!
sr.
martin:
–
Yo tengo una niña, mi hijita,
que vive conmigo, estimada señora. Tiene dos años, es rubia, con un
ojo blanco y un ojo rojo, es muy linda y se llama Alicia, mi estimada
señora.
sra.
martin:
–
¡Qué extraña coincidencia! Yo
también tengo una hijita de dos años con un ojo blanco y un ojo
rojo, es muy linda y se llama también Alicia, estimado señor.
sr.
martin (con
la misma voz lánguida y monótona:
–
¡Qué curioso y qué
coincidencia! ¡Y qué extraño! ¡Es quizá la misma, estimada
señora!
sra.
MARTIN:
–
¡Qué curioso! Es muy posible,
estimado señor.
Un
momento de silencio bastante largo. . . El reloj suena veintinueve
veces.
sr.
martin (después
de haber reflexionado largamente, se levanta con lentitud y, sin
apresurarse, se dirige hacia la señora martin,
quien,
sorprendida por el aire solemne del señor martin,
se
levanta también, muy suavemente; el señor martin
habla
con la misma voz rara, monótona, vagamente cantante):
–
Entonces, estimada señora, creo
que ya no cabe duda, nos hemos visto ya y usted es mi propia esposa.
. . ¡Isabel, te he vuelto a encontrar!
sra.
martin (se
acerca al señor martin
sin
apresurarse. Se abrazan sin expresión. El reloj suena una vez, muy
fuertemente. El sonido del reloj debe ser tan fuerte que sobresalte a
los espectadores. Los esposos martin
no
lo oyen).
sra.
martin:
–
¡Donald, eres tú, darling!
Se
sientan en el mismo sillón, se mantienen abrazados y se duermen. El
reloj sigue sonando muchas veces. mary,
de
puntillas y con un dedo en los labios, entra lentamente en escena, y
se dirige al público.
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