30 de septiembre de 2016

Trabajo sobre Delgado Aparaín por el alumno SANTIAGO FREIRE. 4°7


Mario Delgado Aparaín
Nació en un paraje cercano a la ciudad de Florida denominado “La Macana”, el 28 de julio 1949.
De profesión periodista, escritor y docente, es considerado uno de los principales narradores de Uruguay. Se inició en el periodismo en Argentina, donde se exilió temporalmente, y luego continuó esta labor en su país. Sus amigos cercanos le llaman afectuosamente “El Negro”. Este escritor se destaca por su sólida prosa, que tiene peso e imaginación, por su humor muy incisivo y su fértil imaginación. Su obra, traducida a varios idiomas, comprende diversos volúmenes de novelas y cuentos.
Su principal novela es “La balada de Johnny Sosa”(Premio Municipal de Literatura, Montevideo, 1987). También se destacanMandato de Madre(Premio Foglia de Novela, 1990),Alivio de Luto(finalista del «Premio Rómulo Gallegos», 1999), yNo robarás las botas de los muertos(«PremioBartolomé Hidalgo», 2005).
Se le galardonó con el «Premio Cervantes» del Concurso Juan Rulfo (de Radio Francia Internacional), por su obra “Terribles Ojos Verdes” en el año 2001. Este cuento tuvo un gran impacto en los lectores y fue publicado por la editorial Alfaguara.
Es allegado al escritor chileno Luis Sepúlveda con el que escribió “Los Peores cuentos de los Hermanos Grimm” y lo fue del difunto escritor brasileño João Guimarães Rosa con el que coincidía que "escribir es un acto de resistencia" y una forma de evitar la muerte.
Fue Director del Centro de Cultura de la Intendencia Municipal de Montevideo, en Artes y Ciencias.


Análisis de “Terribles Ojos Verdes”
Es un cuento publicado en el 2001 por la editorial Alfaguara. Los personajes de esta composición son: Sampedro (un alcohólico que lo perdió todo y desea rehacer su vida), la enfermera Guerra (enfermera del Hospital Vidal y Fuentes de Minas y amor de Sampedro), el Doctor Carreras (Doctor del hospital, contracara y rival de Sampedro en busca del amor de la enfermera Guerra) y Sherwood Cañahueca,detective de la ciudad de Mosquitos.
Si bien este cuento está ubicado dentro del eje temático del amor y la pasión trabajados en el curso, también tiene ribetes policiales y toca diversos temas, entre ellos la violencia y la denigración hacia la mujer.
Posee un título simbólico (se menciona un “elemento” que se repite dentro del texto muy llamativo que tiene un gran impacto en el lector, esto se logra a partir del adjetivo “terribles” que nos indican que no son unos ojos cualesquiera (por su color y grandiosidad) y mucho menos fáciles de olvidar. El autor utiliza un recurso literario llamado metonimia (tomar una parte por el todo) para referirse a los ojos de la enfermera Guerra, pero luego al seguir la lectura nos damos cuenta que lo “terrible” no solo eran sus ojos sino la enfermera en todo su esplendor.
Además, esos “Terribles ojos verdes” son lo primero que Sampedro ve al despertarse en la camilla del hospital: “Pero también, cuando volvió en sí, Sampedro se encontró por primera vez con los tremendos ojos verdes de la enfermera Guerra”. Notamos la insistencia del autor en señalar a los “tremendos” o “terribles ojos verdes”.
La obra posee un narrador en tercera persona, que narra, pero no es personaje. Lo observamos por el uso de verbos conjugados en tercera persona como: “golpeó”, “dedicó”, “preguntó”.
Ubicamos la historia en Mosquitos, una ciudad real, pero que, explicado por el mismo autor, en su mundo de fantasía Mosquitos es una ciudad que resume muchos lugares en los que él vivió y conoció y extrae partes de ellos para realizar todas sus historias, mayormente ubicadas durante la dictadura militar en Uruguay.
El cuento se inicia con la situación final: Sampedro en la comisaría de Mosquitos denunciando una golpiza de la noche anterior en la oficina maloliente y solitaria del Detective Sherwood Cañahueca: …. “Y agregó que en aquel momento estaba allí para denunciar la violenta agresión que había sufrido la noche anterior en casa de la enfermera Guerra”.
En el comienzo destacamos a dos de los personajes del cuento, Sampedro y Sherwood Cañahueca:
Se realiza una prosopografía de Sampedro: “El forastero alto, flaco y con la nariz tumefacta como un tomate apretado por la manito de un mono, se quitó el sombrero panamá”. Como está señalado en el cuento, él es un forastero y por esa condición su llegada no es bien vista y recibe un trato “hostil” por parte del detective, que pareciera que tiene más de preguntar y saber sobre vidas ajenas que de escuchar a Sampedro. La creación del personaje del detective puede estar muy influenciada por la relación del escritor y las crónicas policiales que escribía para un diario de la capital de nuestro país (que pudieron ser una fuente inspiradora). En sí, Sherwood no es un detective ordinario, empezando por su extraña ubicación en un pequeño pueblo rural donde hay pocos problemas y denuncias. Básicamente con este personaje el autor trata de parodiar la figura del célebre detective Sherlock Holmes del autor Arthur Conan Doyle (S XIX) y es la adaptación de un detective de las grandes ciudades que poseen alto grado de criminalidad a un pueblo rural donde no ocurre prácticamente nada. Podemos notar que el intento de parodia en la displicencia, poca seriedad y falta de profesionalismo del detective (duerme mientras está de servicio); su apellido “Cañahueca” puede significar cierta ineficacia, lo opuesto que se busca en un detective.
Sampedro insiste en querer realizar la denuncia y le pregunta si conocía a la enfermera, Cañahueca responde afirmativamente sin querer dar muchos detalles, a lo que Sampedro dice: “Es que hasta ayer era mi mujer o algo así”. Sherwood piensa y teme que el forastero esté envuelto en algo complicado: “… el detective sabía un poco más de lo que conocía el pueblo sobre la vida privada de la enfermera, por lo que tuvo la instantánea sospecha que el hombre se había metido en territorios complicados”. La frase “territorios complicados” alude al pasado de la enfermera y su situación con el Dr. Carreras. Sacando conclusiones podemos decir que la enfermera mostraba una “parte profesional” al pueblo, pero Cañahueca conoce más sobre ella (secretos, relaciones amorosas, cuestiones personales .


El desarrollo del cuento se inicia con un salto hacia atrás en el tiempo, utilizando el recurso narrativo llamado analepsis: “El principio de la historia parecía remontarse al año en el que el ministro Villegas provocó aquella catastrófica devaluación…” Aquí Sampedro cuenta cómo lo perdió todo (sus tierras, mujer) y cómo se volvió “un alcohólico empedernido capaz de tomarse hasta el agua de los floreros” Sobre este personaje nos contó algunos elementos biográficos el propio escritor en la visita a nuestro liceo. Está enfermedad que sufre , el alcoholismo es de vital importancia para el transcurso del cuento, ya en el desarrollo también se describe cómo Sampedro sufre un como etílico y es llevado al hospital: “… y a continuación se le desató una tormenta en el cerebro que lo dejó allí mismo, tieso como un palo sin poder balbucear siquiera su propio nombre por varios días…”. Como forma característica, el autor realiza un resumen sintético de la obra: “Pero también, cuando volvió en sí, Sampedro se encontró por primera vez con los tremendos ojos verdes de la enfermera Guerra, la mujer que comenzó por administrarle somníferos y antidepresivos contra el síndrome de abstinencia, y terminó por meterse en su cama durante las heladas madrugadas de aquel invierno interminable, hasta enamorarse como solo las encargadas del turno de la noche de un hospital departamental saben hacerlo”. Aquí notamos la importancia del amor de la enfermera para Sampedro, siendo en gran parte responsable por la recuperación de Sampedro y a tal punto que este prometió dejar de beber por su amor: “En realidad no fue el Doctor Carreras sino la enfermera Guerra, una mujer morena y de hermosas facciones indígenas, quién se llevó los laureles de la recuperación de Sampedro”. También podemos decir que fue ella quien le dio un trabajo y por sobretodo le devolvió la dignidad y aumento su autoestima: “A partir de hoy se pondrá una túnica de enfermero y me ayudará con las tareas del hospital…”
“… Sampedro se había dejado convencer por ella de que nada hay como el trabajo para un hombre con el propósito de borrar años de su vida y hacer como si nunca hubieran existido (Le agradaba incluso mirarse al espejo (…), en un tono cómicamente abrasilerado: Vien vañao, bien feitao y bien peinao… ¡Lindo macho! ¿No?, remedaba).
Este es amor fue tan intenso que producía en Sampedro angustia, sentimiento de soledad y dolor cada vez que la enfermera regresaba por el fin de semana a Mosquitos: “De ahí que los viernes, cuando ella abandonaba el hospital por el fin de semana para volver a su pueblo, Sampedro la extrañaba como un perro abandonado ”. Por otra parte, aparece la violencia del doctor Carreras, un hombre “… extraño, de temperamento tormentoso y variable, un candidato a diputado con complejo de culpa, borrachín...” que es la contracara de Sampedro y busca a toda costa terminar con la relación amorosa de Sampedro y la enfermera.
Al cabo de un tiempo, el Doctor Carreras descubre la relación amorosa y le da el alta a Sampedro, “obligándolo” a irse, éste decide ir a buscar a la enfermera Guerra hasta la terminal del Café Bertochi y finalmente concretaron que Sampedro se quedaría en la casa de la enfermera y ella regresaría los fines de semana. Sampedro atendió el pedido de su amada y no abandonó la casa, no se dejó ver por nadie y no frecuentó los bares: “Para Sampedro fueron días placenteros, de verdadero restablecimiento y de una paz interior que nuca había conocido. (…) Simplemente cuidaba los tomates cuidaba los tomates, le daba de comer a las gallinas y mantenía viva el alma de la casa hasta que ella volvía”.
Luego del tiempo de paz y tranquilidad es cuando encontramos el desenlace, iniciándose con la cita: “Pero un día aquella fiesta del corazón se terminó”. Un viernes de noche. el doctor Carreras llegó empujando a la enfermera y abriendo bruscamente la puerta, esta situación no daba para más. Amenazada por Carreras, Guerra tuvo que confesarle a Sampedro “que le debía algo más que la vida al doctor, que aquella casa en realidad era de él, que se había dejado arrastrar por la piedad” y le pidió a Sampedro que se fuera de allí; él, para nada contento, intentó una última jugada: “Sampedro, un hombre que se había acostumbrado a perder con demasiada frecuencia, dejó caer al fin el cucharón al suelo. Pero de pronto, como si lo hubiera poseído el espíritu de un boxeador negro, arremetió con las manos crispadas hacia adelante, con la clara intención de convertir el pescuezo del doctor Carreras en una caprichosa artesanía.” A su vez, Carreras estaba preparado: “Pero el médico lo estaba esperando. Le bastó con sacar su mano del bolsillo y pegarle con el caño de un Smith & Wesson en medio de la cara, para hacerlo caer al suelo de rodillas y dejarlo con la nariz convertida en un tomate exprimido por la manito de un mono”. Sampedro se levantó y se dirigió en dirección hacia la calle, tomó su saco y su sombrero, e ignoró totalmente a la enfermera Guerra. Luego, pasó la noche tendido a la orilla del arroyo de Mosquitos y despertó a una hora cercana a las doce y media, “demoró casi media hora en reencontrarse consigo mismo”, se acomodó sus ropas y encaminó hacia el centro del pueblo, precisamente hacia la comisaría. Aquí, hábilmente, el autor nos introduce nuevamente en la situación donde se produce el diálogo entre Sampedro y Sherwood Cañahueca: “Entonces decidí hacer lo que estoy haciendo ahora: venir a la policía y denunciar lo que me hizo ese animal…- dijo Sampedro, un poco confundido en medio de su enojo.” Finalmente, Sherwood Cañahueca confiesa que “con el Doctor Carreras nunca pasa nada”, lo que ocasiona un gran disgusto en Sampedro y provoca su retirada. Pero el narrador se guarda un “as bajo la manga” porque si bien sabemos que el final de la historia es que el doctor Carreras golpea a Sampedro, la historia termina con una revelación final:
“Sherwood Cañahueca se levantó con extrema pereza (…), dudando entre aquello de meterse en vidas ajena o mantener la boca cerrada, el policía optó por lo primero y le formuló una advertencia cargada de languidez”.
- Cuando llegue allá, tenga cuidado con lo que habla … - dijo.
Sampedro se detuvo (…), esperando a que se explicase.
- La mujer que abandonó a su amigo Lander hace cuatro años… también fue ella”.
Esta revelación final tiene un indicio anterior en el texto: “El detective frunció el ceño(..), pues a la enfermera Guerra todas la conocían como a una laboriosa mujer sin tiempo para amores ocultos, y desde que fracasara su único matrimonio cuatro años atrás…


Tango del viejo marinero
Se trata de una obra vinculada con el mar, de grandes naufragios y aventuras marítimas, confeccionada desde tres personajes enclavados en la costa de Canalones, en Santa Ana.
Esta novela posee una dedicatoria: “Al comandante Cáceres y al Capitán Lander, marinos legendarios que inspiraron esta historia”.
Estos tres personajes, derrotados, solitarios -como suelen ser los personajes del autor- a través de la narración de historias que el protagonista, el Capitán Lander acumula, arman “una nueva vida en la que reviven”.
La historia es una “ampliación y una continuación” de la historia que comienza en “Terribles ojos verdes” que en el final el personaje Sampedro pregunta al detective Sherwood Cañahueca donde pude estar el Capitán Lander. El detective le da las indicaciones y Sampedro sale caminando hacia Santa Ana. Esta novela comienza con Sampedro llegando a Santa Ana y visitando al capitán Lander desde ese punto comienza moverse la historia. En el capítulo I es cuando sucede esa “ampliación” realizando un detalle cronológico quizás más preciso: “… alguien los descubrió a las seis de la mañana abrazados y profundamente dormidos en plena sala general.”
Un par de semanas después, una vez más el doctor Carreras hizo su aparición en escena…”
También se amplía la charla que tiene Sampedro con Cañahueca sobre Lander: “… Sampedro le preguntó si sabía algo del paradero tan buscado de su amigo Lander. ¿Lander? Hace mucho tiempo que ese hombre no vive en Mosquitos, (...) Vive en la costa vende barcos(..) Él mismo se los vende a los turistas…”
Se describe cómo se sintió Sampedro luego de la revelación final del detective: “ Se fue con los dientes apretados, mordiendo el aire como si fuera una fruta demasiado amarga”
La obra toca temas tales como la amistad, principalmente entre Sampedro y El capitán Lander: “Los hombres se unen y se separan como esas hojas de otoño que arrastra el viento”. Así como las hojas de otoño se desprenden de las ramas y caen, quedan a merced del viento, dependen de situaciones externas, entre los hombres ocurre lo mismo, está la voluntad implícita de mantener la amistad, pero en la vida suceden “cosas” que separan y unen a las personas, está historia cuenta el momento y desarrollo del encuentro de dos íntimos amigos. También toca temas como el amor o la soledad, pero también aparece el mal encarnado en un médico que participó en las torturas de la dictadura y cuya hija no puede entender el grado de maldad de su padre, y ella está muy derrotada cuando llega a Santa Ana. Asimismo, el capitán Lander toma un viejo poema de Samuel Taylor: “La balada del viejo marinero” donde se cuenta una historia de la aparición del mal a través de un albatros.
En un lugar humilde de la costa uruguaya, dos amigos veteranos cobijan a una jovencita suicida rescatada por uno de los protagonistas: el Capitán Lander.
Allí y conviven Sampedro, el Capitán Lander y la jovencita en una amistad fraterna y paternal durante todo el tiempo de salvación. “Ella es hija de un médico siniestro especializado en medicina de combate, es un médico supervisor de torturas”.
Toda la historia es un canto a la amistad, a la fraternidad y solidaridad humana, pero sin demagogia ni ideologismo, sino un derroche de valores contrapuestos a la maldad humana”, remarcó el autor en una entrevista. Asegura que la maldad “pulula” por todos lados, pero es una obsesión del capitán Lander identificar la razón de la malignidad sin motivos.
SANTIAGO FREIRE.

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