Mario
Delgado Aparaín
Nació
en un paraje cercano a la ciudad de Florida denominado “La Macana”,
el 28 de julio 1949.
De
profesión periodista, escritor y docente, es considerado uno de los
principales narradores de Uruguay. Se inició en el periodismo en
Argentina, donde se exilió temporalmente, y luego continuó esta
labor en su país. Sus amigos cercanos le llaman afectuosamente “El
Negro”. Este escritor se destaca por su sólida prosa, que tiene
peso e imaginación, por su humor muy incisivo y su fértil
imaginación. Su obra, traducida a varios idiomas, comprende
diversos volúmenes de novelas y cuentos.
Su
principal novela es “La
balada de Johnny Sosa”(Premio
Municipal de Literatura, Montevideo, 1987). También se
destacanMandato
de Madre(Premio
Foglia de Novela, 1990),Alivio
de Luto(finalista
del «Premio Rómulo
Gallegos»,
1999), yNo
robarás las botas de los muertos(«PremioBartolomé
Hidalgo»,
2005).
Se
le galardonó con el «Premio Cervantes» del Concurso Juan Rulfo
(de Radio
Francia Internacional),
por su obra “Terribles
Ojos Verdes” en
el año 2001. Este cuento tuvo un gran impacto en los lectores y fue
publicado por la editorial Alfaguara.
Es
allegado al escritor chileno Luis Sepúlveda con el que escribió
“Los Peores cuentos de los Hermanos Grimm” y lo fue del difunto
escritor brasileño João Guimarães Rosa
con el que coincidía que "escribir
es un acto de resistencia" y una forma de evitar la muerte.
Fue
Director del Centro de Cultura de la Intendencia Municipal de
Montevideo, en Artes y Ciencias.
Análisis
de “Terribles Ojos Verdes”
Es
un cuento publicado en el 2001 por la editorial Alfaguara. Los
personajes de esta composición son: Sampedro (un alcohólico que lo
perdió todo y desea rehacer su vida), la enfermera Guerra
(enfermera del Hospital Vidal y Fuentes de Minas y amor de Sampedro),
el Doctor Carreras (Doctor del hospital, contracara y rival de
Sampedro en busca del amor de la enfermera Guerra) y Sherwood
Cañahueca,detective de la ciudad de Mosquitos.
Si
bien este cuento está ubicado dentro del eje temático del amor y la
pasión trabajados en el curso, también tiene ribetes policiales y
toca diversos temas, entre ellos la violencia y la denigración hacia
la mujer.
Posee
un título simbólico (se menciona un “elemento” que se repite
dentro del texto muy llamativo que tiene un gran impacto en el
lector, esto se logra a partir del adjetivo “terribles” que nos
indican que no son unos ojos cualesquiera (por su color y
grandiosidad) y mucho menos fáciles de olvidar. El
autor utiliza un recurso literario llamado metonimia (tomar una parte
por el todo) para referirse a los ojos de la enfermera Guerra, pero
luego al seguir la lectura nos damos cuenta que lo “terrible” no
solo eran sus ojos sino la enfermera en todo su esplendor.
Además,
esos “Terribles ojos verdes” son lo primero que Sampedro ve al
despertarse en la camilla del hospital: “Pero
también, cuando volvió en sí, Sampedro se encontró por primera
vez con los tremendos ojos verdes de la enfermera Guerra”.
Notamos la insistencia del autor en señalar a los “tremendos” o
“terribles ojos verdes”.
La
obra posee un narrador en tercera persona, que narra, pero no es
personaje. Lo observamos por el uso de verbos conjugados en tercera
persona como: “golpeó”, “dedicó”, “preguntó”.
Ubicamos
la historia en Mosquitos, una ciudad real, pero que, explicado por el
mismo autor, en su mundo de fantasía Mosquitos es una ciudad que
resume muchos lugares en los que él vivió y conoció y extrae
partes de ellos para realizar todas sus historias, mayormente
ubicadas durante la dictadura militar en Uruguay.
El
cuento se inicia con la situación final: Sampedro en la comisaría
de Mosquitos denunciando una golpiza de la noche anterior en la
oficina maloliente y solitaria del Detective Sherwood Cañahueca: ….
“Y agregó que en aquel momento estaba allí para denunciar la
violenta agresión que había sufrido la noche anterior en casa de la
enfermera Guerra”.
En
el comienzo destacamos a dos de los personajes del cuento, Sampedro y
Sherwood Cañahueca:
Se
realiza una prosopografía de Sampedro: “El forastero alto, flaco y
con la nariz tumefacta como un tomate apretado por la manito de un
mono, se quitó el sombrero panamá”. Como está señalado en el
cuento, él es un forastero y por esa condición su llegada no es
bien vista y recibe un trato “hostil” por parte del detective,
que pareciera que tiene más de preguntar y saber sobre vidas ajenas
que de escuchar a Sampedro. La creación del personaje del detective
puede estar muy influenciada por la relación del escritor y las
crónicas policiales que escribía para un diario de la capital de
nuestro país (que pudieron ser una fuente inspiradora). En sí,
Sherwood no es un detective ordinario, empezando por su extraña
ubicación en un pequeño pueblo rural donde hay pocos problemas y
denuncias. Básicamente con este personaje el autor trata de parodiar
la figura del célebre detective Sherlock Holmes del autor Arthur
Conan Doyle (S XIX) y es la adaptación de un detective de las
grandes ciudades que poseen alto grado de criminalidad a un pueblo
rural donde no ocurre prácticamente nada. Podemos notar que el
intento de parodia en la displicencia, poca seriedad y falta de
profesionalismo del detective (duerme mientras está de servicio); su
apellido “Cañahueca” puede significar cierta ineficacia, lo
opuesto que se busca en un detective.
Sampedro
insiste en querer realizar la denuncia y le pregunta si conocía a la
enfermera, Cañahueca responde afirmativamente sin querer dar muchos
detalles, a lo que Sampedro dice: “Es
que hasta ayer era mi mujer o algo así”.
Sherwood piensa y teme que el forastero esté envuelto en algo
complicado: “… el
detective sabía un poco más de lo que conocía el pueblo sobre la
vida privada de la enfermera, por lo que tuvo la instantánea
sospecha que el hombre se había metido en territorios complicados”.
La frase “territorios complicados”
alude al pasado de la enfermera y su situación con el Dr. Carreras.
Sacando conclusiones podemos decir que la enfermera mostraba una
“parte profesional” al pueblo, pero Cañahueca conoce más sobre
ella (secretos, relaciones amorosas, cuestiones personales .
El
desarrollo del cuento se inicia con un salto hacia atrás en el
tiempo, utilizando el recurso narrativo llamado analepsis: “El
principio de la historia parecía remontarse al año en el que el
ministro Villegas provocó aquella catastrófica devaluación…”
Aquí Sampedro cuenta cómo lo perdió todo (sus tierras, mujer) y
cómo se volvió “un
alcohólico empedernido capaz de tomarse hasta el agua de los
floreros”
Sobre este personaje nos contó algunos elementos biográficos el
propio escritor en la visita a nuestro liceo. Está enfermedad que
sufre , el alcoholismo es de vital importancia para el transcurso del
cuento, ya en el desarrollo también se describe cómo Sampedro sufre
un como etílico y es llevado al hospital: “… y
a continuación se le desató una tormenta en el cerebro que lo dejó
allí mismo, tieso como un palo sin poder balbucear siquiera su
propio nombre por varios días…”.
Como forma característica, el autor realiza un resumen sintético de
la obra: “Pero
también, cuando volvió en sí, Sampedro se encontró por primera
vez con los tremendos ojos verdes de la enfermera Guerra, la mujer
que comenzó por administrarle somníferos y antidepresivos contra el
síndrome de abstinencia, y terminó por meterse en su cama durante
las heladas madrugadas de aquel invierno interminable, hasta
enamorarse como solo las encargadas del turno de la noche de un
hospital departamental saben hacerlo”. Aquí
notamos la importancia del amor de la enfermera para Sampedro, siendo
en gran parte responsable por la recuperación de Sampedro y a tal
punto que este prometió dejar de beber por su amor: “En
realidad no fue el Doctor Carreras sino la enfermera Guerra, una
mujer morena y de hermosas facciones indígenas, quién se llevó los
laureles de la recuperación de Sampedro”.
También podemos decir que fue ella quien le dio un trabajo y por
sobretodo le devolvió la dignidad y aumento su autoestima: “A
partir de hoy se pondrá una túnica de enfermero y me ayudará con
las tareas del hospital…”
“…
Sampedro
se había dejado convencer por ella de que nada hay como el trabajo
para un hombre con el propósito de borrar años de su vida y hacer
como si nunca hubieran existido (Le agradaba incluso mirarse al
espejo (…), en un tono cómicamente abrasilerado: Vien vañao, bien
feitao y bien peinao… ¡Lindo macho! ¿No?, remedaba).
Este
es amor fue tan intenso que producía en Sampedro angustia,
sentimiento de soledad y dolor cada vez que la enfermera regresaba
por el fin de semana a Mosquitos:
“De ahí que los viernes, cuando ella abandonaba el hospital por el
fin de semana para volver a su pueblo, Sampedro la extrañaba como un
perro abandonado ”.
Por otra parte, aparece la violencia del doctor Carreras, un hombre
“… extraño,
de temperamento tormentoso y variable, un candidato a diputado con
complejo de culpa, borrachín...”
que es la contracara de Sampedro y busca a toda costa terminar con la
relación amorosa de Sampedro y la enfermera.
Al
cabo de un tiempo, el Doctor Carreras descubre la relación amorosa y
le da el alta a Sampedro, “obligándolo” a irse, éste decide ir
a buscar a la enfermera Guerra hasta la terminal del Café Bertochi y
finalmente concretaron que Sampedro se quedaría en la casa de la
enfermera y ella regresaría los fines de semana. Sampedro atendió
el pedido de su amada y no abandonó la casa, no se dejó ver por
nadie y no frecuentó los bares: “Para
Sampedro fueron días placenteros, de verdadero restablecimiento y de
una paz interior que nuca había conocido. (…) Simplemente cuidaba
los tomates cuidaba los tomates, le daba de comer a las gallinas y
mantenía viva el alma de la casa hasta que ella volvía”.
Luego
del tiempo de paz y tranquilidad es cuando encontramos el desenlace,
iniciándose con la cita: “Pero un día aquella fiesta del
corazón se terminó”. Un viernes de noche. el doctor Carreras
llegó empujando a la enfermera y abriendo bruscamente la puerta,
esta situación no daba para más. Amenazada por Carreras, Guerra
tuvo que confesarle a Sampedro “que le debía algo más que la vida
al doctor, que aquella casa en realidad era de él, que se había
dejado arrastrar por la piedad” y le pidió a Sampedro que se fuera
de allí; él, para nada contento, intentó una última jugada:
“Sampedro, un hombre que se había acostumbrado a perder con
demasiada frecuencia, dejó caer al fin el cucharón al suelo. Pero
de pronto, como si lo hubiera poseído el espíritu de un boxeador
negro, arremetió con las manos crispadas hacia adelante, con la
clara intención de convertir el pescuezo del doctor Carreras en una
caprichosa artesanía.” A su vez, Carreras estaba preparado:
“Pero el médico lo estaba esperando. Le bastó con sacar su
mano del bolsillo y pegarle con el caño de un Smith & Wesson en
medio de la cara, para hacerlo caer al suelo de rodillas y dejarlo
con la nariz convertida en un tomate exprimido por la manito de un
mono”. Sampedro se levantó y se dirigió en dirección hacia
la calle, tomó su saco y su sombrero, e ignoró totalmente a la
enfermera Guerra. Luego, pasó la noche tendido a la orilla del
arroyo de Mosquitos y despertó a una hora cercana a las doce y
media, “demoró casi media hora en reencontrarse consigo mismo”,
se acomodó sus ropas y encaminó hacia el centro del pueblo,
precisamente hacia la comisaría. Aquí, hábilmente, el autor nos
introduce nuevamente en la situación donde se produce el diálogo
entre Sampedro y Sherwood Cañahueca: “Entonces decidí hacer lo
que estoy haciendo ahora: venir a la policía y denunciar lo que me
hizo ese animal…- dijo Sampedro, un poco confundido en medio de su
enojo.” Finalmente, Sherwood Cañahueca confiesa que “con
el Doctor Carreras nunca pasa nada”, lo que ocasiona un gran
disgusto en Sampedro y provoca su retirada. Pero el narrador se
guarda un “as bajo la manga” porque si bien sabemos que el final
de la historia es que el doctor Carreras golpea a Sampedro, la
historia termina con una revelación final:
“Sherwood Cañahueca se levantó con extrema pereza (…), dudando entre aquello de meterse en vidas ajena o mantener la boca cerrada, el policía optó por lo primero y le formuló una advertencia cargada de languidez”.
“Sherwood Cañahueca se levantó con extrema pereza (…), dudando entre aquello de meterse en vidas ajena o mantener la boca cerrada, el policía optó por lo primero y le formuló una advertencia cargada de languidez”.
-
Cuando llegue allá, tenga
cuidado con lo que habla … - dijo.
Sampedro
se detuvo (…), esperando a que se explicase.
-
La mujer que abandonó a su amigo Lander hace cuatro años… también
fue ella”.
Esta
revelación final tiene un indicio anterior en el texto: “El
detective frunció el ceño(..), pues a la enfermera Guerra todas la
conocían como a una laboriosa mujer sin tiempo para amores ocultos,
y desde que fracasara su único matrimonio cuatro años atrás…
Tango
del viejo marinero
Se
trata de una obra vinculada con el mar, de grandes naufragios y
aventuras marítimas, confeccionada desde tres personajes enclavados
en la costa de Canalones, en Santa Ana.
Esta
novela posee una dedicatoria: “Al comandante Cáceres y al
Capitán Lander, marinos legendarios que inspiraron esta historia”.
Estos
tres personajes, derrotados, solitarios -como suelen ser los
personajes del autor- a través de la narración de historias que el
protagonista, el Capitán Lander acumula, arman “una nueva vida en
la que reviven”.
La
historia es una “ampliación y una continuación” de la historia
que comienza en “Terribles ojos verdes” que en el final el
personaje Sampedro pregunta al detective Sherwood Cañahueca donde
pude estar el Capitán Lander. El detective le da las indicaciones y
Sampedro sale caminando hacia Santa Ana. Esta novela comienza con
Sampedro llegando a Santa Ana y visitando al capitán Lander desde
ese punto comienza moverse la historia. En el capítulo I es cuando
sucede esa “ampliación” realizando un detalle cronológico
quizás más preciso: “… alguien los descubrió a
las seis de la mañana abrazados y profundamente dormidos en
plena sala general.”
“Un
par de semanas después, una vez más el doctor Carreras hizo
su aparición en escena…”
También
se amplía la charla que tiene Sampedro con Cañahueca sobre Lander:
“… Sampedro le preguntó si sabía algo del paradero tan buscado
de su amigo Lander. ¿Lander? Hace mucho tiempo que ese hombre no
vive en Mosquitos, (...) Vive en la costa vende barcos(..) Él mismo
se los vende a los turistas…”
Se
describe cómo se sintió Sampedro luego de la revelación final del
detective: “ Se fue con los dientes apretados, mordiendo el aire
como si fuera una fruta demasiado amarga”
La
obra toca temas tales como la amistad, principalmente entre Sampedro
y El capitán Lander: “Los hombres se unen y se separan como
esas hojas de otoño que arrastra el viento”. Así como las
hojas de otoño se desprenden de las ramas y caen, quedan a merced
del viento, dependen de situaciones externas, entre los hombres
ocurre lo mismo, está la voluntad implícita de mantener la amistad,
pero en la vida suceden “cosas” que separan y unen a las
personas, está historia cuenta el momento y desarrollo del encuentro
de dos íntimos amigos. También toca temas como el amor o la
soledad, pero también aparece el mal encarnado en un médico que
participó en las torturas de la dictadura y cuya hija no puede
entender el grado de maldad de su padre, y ella está muy derrotada
cuando llega a Santa Ana. Asimismo, el capitán Lander toma un viejo
poema de Samuel Taylor: “La balada del viejo marinero” donde se
cuenta una historia de la aparición del mal a través de un
albatros.
En
un lugar humilde de la costa uruguaya, dos amigos veteranos cobijan a
una jovencita suicida rescatada por uno de los protagonistas: el
Capitán Lander.
Allí
y conviven Sampedro, el Capitán Lander y la jovencita en una amistad
fraterna y paternal durante todo el tiempo de salvación. “Ella es
hija de un médico siniestro especializado en medicina de combate, es
un médico supervisor de torturas”.
Toda
la historia es un canto a la amistad, a la fraternidad y solidaridad
humana, pero sin demagogia ni ideologismo, sino un derroche de
valores contrapuestos a la maldad humana”, remarcó el autor en una
entrevista. Asegura que la maldad “pulula” por todos lados, pero
es una obsesión del capitán Lander identificar la razón de la
malignidad sin motivos.
SANTIAGO
FREIRE.