Buscar argumento de Fuenteovejuna de Lope de Vega para contextualizar el fragmento.
DE UNA FATAL OCASIÓN. (romance anónimo)
Por aquellos prados verdes,qué galana va la niña;
con su andar siega la yerba,con los zapatos la trilla,
con el vuelo de la faldaa ambos lados la tendía.
El rocío de los camposla daba por la rodilla;
arregazó su brial,descubrió blanca camisa;
maldiciendo del rocíoy su gran descortesía,
miraba a un lado y a otropor ver si a1guien la veía.
Bien la vía el caballeroque tanto la pretendía;
mucho andaba el de a caballo,mucho más que anda la niña:
allá se la fue a alcanzaral pie de una verde oliva,
¡amargo que lleva el fruto,amargo para la linda!
—¿Adónde por estos pradoscamina sola mi vida?
—No me puedo detener,que voy a la santa ermita.
—Tiempo es de hablarte, la blanca,escúchesme aquí, la linda.
Abrazóla por sentarlaal pie de la verde oliva;
dieron vuelta sobre vuelta,derribarla no podía.
Entre las vueltas que dabanla niña el puñal le quita,
metiéraselo en el pecho,a la espalda le salía.
Entre el hervor de la sangreel caballero decía:
—Perdime por tu hermosura;perdóname, blanca niña.
No te alabes en tu tierrani te alabes en la mía
que mataste un caballerocon las armas que traía.
—No alabarme, caballero,decirlo, bien me sería;
donde no encontrase gentesa las aves lo diría.
Mas con mis ojos morenos,¡Dios, cuánto te lloraría!
Puso el muerto en el caballo,camina la sierra arriba;
encontró al santo ermitañoa la puerta de la ermita:
—Entiérrame este cadáverpor Dios y Santa María.
—Si lo trajeras con honratú enterrarlo aquí podrías.
—Yo con honra sí lo traigo,con honra y sin alegría.
Con el su puñal doradola sepultura le hacía;
con las sus manos tan blancasde tierra el cuerpo cubría,
con lágrimas de sus ojosle echaba el agua bendita.
FUENTEOVEJUNA.
Lope de Vega.
Acto III (fragmento)
ESTEBAN: ¡Hija mía!
LAURENCIA: No me nombres
tu hija.
ESTEBAN: ¿Por qué, mis ojos?
¿Por qué?
LAURENCIA: Por muchas razones,
y sean las principales:
porque dejas que me roben
tiranos sin que me vengues,
traidores sin que me cobres.
Aún no era yo de Frondoso,
para que digas que tome,
como marido, venganza;
que aquí por tu cuenta corre;
que en tanto que de las bodas
no haya llegado la noche,
del padre, y no del marido,
la obligación presupone;
que en tanto que no me entregan
una joya, aunque la compren,
no ha de correr por mi cuenta
las guardas ni los ladrones.
Llevóme de vuestros ojos
a su casa Fernán Gómez;
la oveja al lobo dejáis
como cobardes pastores.
¿Qué dagas no vi en mi pecho?
¿Qué desatinos enormes,
qué palabras, qué amenazas,
y qué delitos atroces,
por rendir mi castidad
a sus apetitos torpes?
Mis cabellos ¿no lo dicen?
¿No se ven aquí los golpes
de la sangre y las señales?
¿Vosotros sois hombres nobles?
¿Vosotros padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor,
de verme en tantos dolores?
Ovejas sois, bien lo dice
de Fuenteovejuna el hombre.
Dadme unas armas a mí
pues sois piedras, pues sois tigres...
--Tigres no, porque feroces
siguen quien roba sus hijos,
matando los cazadores
antes que entren por el mar
y pos sus ondas se arrojen.
Liebres cobardes nacistes;
bárbaros sois, no españoles.
Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¿Para qué os ceñís estoques?
¡Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,
y que os han de tirar piedras,
hilanderas, maricones,
amujerados, cobardes,
y que mañana os adornen
nuestras tocas y basquiñas,
solimanes y colores!
A Frondoso quiere ya,
sin sentencia, sin pregones,
colgar el comendador
del almena de una torre;
de todos hará lo mismo;
y yo me huelgo, medio-hombres,
por que quede sin mujeres
esta villa honrada, y torne
aquel siglo de amazonas,
eterno espanto del orbe.
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