12 de mayo de 2010

MATERIAL LEOPARDI 6º año

UBICACIÒN DE LEOPARDI EN EL ROMANTICISMO EUROPEO
El otro autor dentro del romanticismo en este eje temático es Giacomo Leopardi, poeta italiano nacido en 1798 y muerto en 1837.
Dos temas conciernen al estudio de este autor dentro del Romanticismo: la importancia del romanticismo para la formación de Leopardi y la ubicación del autor en el panorama del romanticismo europeo.
El primer aspecto es de extrema sencillez. Leopardi tenía pocos contactos con la literatura extranjera y aún nacional, estrictamente contemporánea. De formación clásica y erudita, no simpatizó con los románticos. Es cierto que leyó apasionadamente “Corina” de Mme de Stael y que esta es, con su libro “L`Allemagne” la primera propulsora del romanticismo en Francia, y por repercusión, en Italia también donde suscitó con su artículo sobre las traducciones en la revista “La Biblioteca italiana” las primeras discusiones acerca de los principios de la nueva escuela. Pero “Corine” publicada en 1807, es bastante anterior al libro antes citado publicada en 1813 y al artículo de la Biblioteca italiana, y está impregnada por el espíritu de la generación anterior, es más prerromántica que típicamente romántica y por eso encuadra perfectamente en los intereses culturales de Leopardi en aquel año 1820 en que la lee y a menudo la cita en algunos de sus poemas
En esos momento, Leopardi ya había leído con la emoción no literaria, sino vital el “Werther” de Goethe una de las obra prerrománticas de mayor influjo en el romanticismo propiamente dicho y es esa sensibilidad del autor alemán la que lo acerca a los románticos. Y también leyó a Byron sobre todo en sus obras juveniles como el “Corsario y Giaurro”. Podemos decir que Leopardi está situado en una atmósfera más prerromántica que romántica propiamente dicha, y es ahí donde se centran las relaciones positivas del autor con la corriente europea renovadora de la cultura y de la literatura en las primeras tres décadas del siglo XIX.
Concluimos entonces que Leopardi es, a pesar de la cronología, un prerromántico, si entendemos por prerromanticismo un romanticismo como el que se dio a fines del siglo XVIII y en la primera década del siglo XIX, es decir un romanticismo no sistemático, no anti clásico, no polémico, dialécticamente contrapuesto no a los Dioses de Grecia sino al Iluminismo.
Así se explica cómo las relaciones de leopardo con la corriente romántica fueron de hostilidad teórica, pero de afinidad creciente en su cada vez menos retórica, cada vez más desnuda y esencial creación poética. Pero esta afinidad es el fruto de una coincidencia o a lo sumo de una confluencia y no de una profunda comunión espiritual.
En efecto, a pesar de esta apreciación realizada por Luce Fabbri Cressatti en su libro “La poesía de Leopardi” podemos señalar que el autor ocupa un lugar importante en la historia del Romanticismo. Mientras en Italia, Carducci agitaba en 1857 su nombre como una bandera anti romántica de renovado clasicismo, fuera de Italia los románticos lo reconocieron como uno de los suyos.
En cuanto a las relaciones negativas de Leopardi con el movimiento tienen que ver con el acercamiento del autor italiano con la mitología como se puede observar en una de sus canciones “Alla primavera o delle fabulé antiche”. La misma autora señala que esta afinidad es superficial, para Leopardi la mitología era una especie de símbolo de su adolescencia filológica, amorosamente acariciada con distante indulgencia y detrás del pastorcillo que ve temblar las aguas por el baño de la invisible Diana, nosotros podemos asomar la pálida frente del jovencito que estudia apasionadamente a Horacio; asì las dos juventudes, la de la civilización y la del poeta se sobre ponen y mutuamente se simbolizan. Leopardo añoraba la mitología y le cantaba como un refugio perdido contra el embate helado de la realidad y de la razón. Podemos decir que reivindicaba pre románticamente la fantasía como un paraíso perdido en el infierno de la razón dieciochesca, aceptado con estoica entereza.
Con unos pocos elementos recreamos la vida de este autor italiano: su lugar natal: Recanati, su familia, la biblioteca paterna, la tradición literaria italiana, Italia y Europa en esos años y por fin un cuerpo miserable y atormentado que se adivina como deuteragonista omnipresente en esta poesía aparentemente tan espiritual.
Dentro de la monotonía de esta vida de pueblo, la infancia del autor transcurrió entre juegos y estudio, a los trece años escribió una tragedia, aprendió el griego, el inglés y el hebreo. Intentó traducir “La Odisea” de Homero y “La Eneida” de Virgilio y en 1816 traduce los idilios del poeta griego Mosco; algunos autores atribuyen gran importancia pues a esta traducción pues se encuentra una clara influencia de éstos en sus idilios.
Pertenecen a 1816 las dos primeras composiciones poéticas originales del autor: la primera es una égloga llamada “Rimembranze” en la que a través de endecasílabos sueltos, se produce un diálogo entre el pastor Micote y su hijo Dameta, aún niño, en el que se evoca la muerte de un hermanito de este último Filino.Lasegunda es un pequeño poema en tercetos dantescos llamado “Appressamento della morte” en la que le protagonista es el propio poeta.
Entre su obra podemos citar las llamadas canciones patrióticas o civiles tales como “All´Italia”, “Peri l monumento di Dante” “A Angelo Mai” y una serie de idilios comenzados en 1819, los primeros cinco son ordenados cronológicamente “L´infinito”, “Alla luna” “La sera del dì di festa”,”Il sogno” y “la vita solitaria”, pero son compuestos entre 1928 y 1930 tras un deterioro en su salud que lo alejó por un tiempo de su pueblo natal , los llamados “grandes idilios” entre los que citamos “Il Risorgimento”, “A Silvia”,
“Le ricordanze”, “La quiete dopo la tempestee”, “Il passero solitario” “Il sabato del villagio” y por fin el poema que se ha elegido para incluir en ente eje temático: “Canto nocturno de un pastor errante en Asia” empezado a escribir en 1829 y terminado en el transcurso del año siguiente.




CANTO NOCTURNO DE UN PASTOR ERRANTE EN ASIA


¿Qué haces, luna, en el cielo? Di: ¿qué haces
oh silenciosa luna?
Cuando anochece naces, los desiertos
Contemplas al pasar, después te escondes.
¿Aún no estás fatigada
De recorrer las sempiternas rutas?
¿Aún no sientes hastío, no te cansas
de ver estas llanuras?
Paréceme a tu vida
la vida del pastor
Desde el primer albor
Del día, va guiando su rebaño;
ve reses, fuentes, prados;
y a la noche, rendido ya, reposa,
y no aspira a otra cosa.
Dime, oh luna ¿Qué espera
al pastor en la vida?
¿Vivir de qué te sirve? ¿Qué fin tienen
Mi existencia tan breve
Y tu inmortal carrera?

Viejo, canoso, enfermo,
harapiento, descalzo,
con gravísima carga en las espaldas,
por valles y montañas,
por arenas y rocas y barrancos,
al viento, en la tormenta, cuando el aire
abrasa, y cuando hiela,
corre, suspira, anhela,
cruza charcos, torrentes,
cae, se alza y su camino sigue,
sin tregua y sin consuelo,
lacerado y sangriento, hasta que llega
donde tanto pesar encuentra el término:a inmenso, hórrido abismo,
en que, al precipitarse, todo olvida.
¡Oh, virgen luna, igual
Es la vida mortal!

Nace al dolor el hombre,
Y ya es riesgo de muerte el nacimiento.
Prueba pena y tormento
En cuanto llega al mundo y ya principian
los padres a enseñarlo
a consolarse de haber nacido.
Cuando creciendo viene,
su afecto le sostiene, y nunca dejan
con actos y palabras,
de prepararle el alma
para sufrir la pena de ser hombre;
otro oficio más grato
la paternal ternura no concibe,
Mas ¿por qué nace y vive,
Para qué entra en la vida
Quien sólo en ella ha de encontrar dolores?
Si en ella no gozamos
¿por qué la conservamos?
Tal es, intacta luna,
Nuestra triste fortuna.
Mas tú mortal no eres;
No te inspira mi afán piedad ninguna..

Tú, solitaria, eterna peregrina,
tan pensativa, siempre, lo que sea
Este vivir terreno,
esta pena, esta angustia acaso sabes;
lo que sea el morir, esa suprema
palidez del semblante,
el adiós a este mundo, el separarnos
de toda dulce y tierna compañía.

Conoces ciertamente
El porqué de las cosas y los frutos
Del día y de la noche,
Del tácito infinito andar del tiempo.
Tú de seguro sabes a qué amores
ríe la primavera,
qué procura el estío y qué persigue
con su nieve el invierno.
Mil cosas tú conoces; mil descubres
que al sencillo pastor no se le alcanzan.
Cuando muda te miro
Iluminar el llano solitario,
Que en su confín remoto se une al cielo,
Y marcho con mi grey
Y me sigues fielmente en mi camino;
Cuando veo el azul lleno de estrellas,
Pensativo me digo:
“¿Para qué tantas luces?
¿Qué es este aire infinito, esta profunda
Infinita mansión?
¿Qué significa
Este insondable abismo? Y yo, ¿qué soy?”
Meditando así voy: y de este espacio
magnífico sin límites,
y de la astral familia innumerable
y tanta actividad y movimientos,
en las cosas celestes y terrenas,
que, girando sin tregua
tornan siempre a su punto de partida,
la utilidad, el fruto
adivinar no sé. Mas tú, sin duda,
¡oh doncella inmortal!, sí lo conoces.
Yo sólo se y entiendo
que de este eterno giro,
de mi frágil esencia,
cualquier otro tendrá goce o provecho,
mas para mí es amarga la existencia.

¡Oh mi feliz rebaño, qué tranquilo
reposas, ignorando tu miseria!
¡Cuánta envidia te tengo!
No ya porque de afanes
Casi libre te encuentras,
de fatigas y daños
y aún de extremo temor te olvidas pronto
sino porque jamás reembarga el tedio.
Descansas a la sombra y en la hierba,
y nada te perturba,
y en tan plácido estado
consumes la mayor parte del año.
Y a mí, cuando rendido ya, me siento
a tu lado, me llena el pensamiento
el hastío de todo, que incesante,
me acosa, y más que nunca estoy distante
de encontrar el descanso,
aunque yo a nada aspiro
mi motivo hasta aquí tuve de llanto.
Por qué gozas y cuánto
No sé decir; mas sé que eres dichoso.
Y Yo aún poco disfruto,
Oh mi grey, ni me quejo de esto solo.
Si hablar supieras, yo preguntaría:
Dime ¿por qué yaciendo
sobre la hierba ocioso
todo animal descansa
y el tedio turba mi reposo?

Si yo pudiera en vuelo impetuoso
Remontarse a las nubes
Y contar las estrellas una a una,
o como el trueno errar de cumbre en cumbre,
sería más feliz, dulce rebaño;
sería más feliz, cándida luna,
o acaso desvaría
pensando en otro azar la mente mía.
Quizás acertemos
Diciendo que en cualquier estado y cuna
Nos es funesto el día en que nacemos.


GIACOMO LEOPARDI

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