EL ROMANTICISMO EN FRANCIA
El Romanticismo francés, del cual nos ocupamos por incluir en este eje temático al poeta Charles Baudealire (1821 - 1867) ocupa en el proceso de consolidación del movimiento una posición intermedia. En 1800 cuando comienzan a definirse en Francia las ideas y las obras románticas, Inglaterra con Worsworth y Coleridge, Alemania con el “Sturm und Drang” Goethe y su “Werther” (1774) ya señalado anteriormente, el teatro de Schiller, la poesía de Novalis ya habían dado mucho de su mejor romanticismo. Igualmente en el siglo XVIII en Francia se observaba un claro rechazo a las reglas de los clásicos, a la admiración de los antiguos, en Diderot y Rousseau, entre otros se dan rasgos que serán fundamentales para el espíritu romántico, el individualismo, el sentimiento de la naturaleza y la exaltación de la sensibilidad.
En la evolución el romanticismo francés podemos distinguir tres etapas: la primera llamada de iniciación y dominada por las figuras de Chateaubriand y Mme Stael, y por la formación de toda una sensibilidad colectiva que se llamó “el mal del siglo”.
La segunda etapa de pleno desarrollo del movimiento donde se libra “la batalla romántica” (1820- 1830) Recordemos que es en esta etapa donde el poeta Víctor Hugo publica su drama histórico “Cromwell” El prefacio que Hugo redactó en 1827 para este drama se convirtió inmediatamente en el manifiesto del teatro romántico. En él realizaba un encendido llamamiento a la liberación de las restricciones impuestas por el clasicismo. El texto se divide en tres partes: una primera de rechazo a las reglas aristotélicas de unidad de lugar y tiempo, una segunda que recomienda conservar la regla de la unidad de acción y una tercera que proclama el derecho y deber de todo arte de representar la realidad en todos sus aspectos. El nuevo drama romántico francés que inaugura Hugo con sus teorías se caracteriza por la incorporación de lo feo y lo grotesco a la escena teatral, por una mayor preocupación por el color local y sobre todo por la mezcla de elementos cómicos y trágicos.
También a esta época pertenece otra obra del autor representativa de la batalla romántica “Hernani” de 1830.
La tercera etapa corresponde a la aceptación del movimiento (1830. 1843) donde el movimiento pasa desintegrarse como tal y dar lugar a otras corrientes que se estudiarán más adelante.
Observando estas tres etapas del romanticismo francés podemos deducir la aparición tardía dentro del movimiento del libro “Las flores del mal “publicado en 1857 con lo que resulta imposible concebir a la figura del poeta Charles Baudelaire dentro del romanticismo propiamente dicho.
UBICACIÒN DE BAUDEALIRE EN EL ROMANTICISMO FRANCÈS.
“Las flores del mal” de Charles Baudealire se publican en 1857 y algo que nadie podía sospechar en ese momento cambió para siempre. La poesía tomó un rumbo tan inesperado con si el Sena desviara su curso. Podemos decir que la aparición del autor se da en una Romanticismo que ya decaía por eso podemos decir que ubicamos al autor casi después de la tercer etapa del movimiento en Francia.
El libro se publicó con un tiraje de 1320 ejemplares y constaba de 101 poemas, pero esta primera edición está lejos de la que se conoce actualmente. En 1861 incorporó 35 títulos. Fue el libro al que Baudelaire le dedicó toda su vida, incluso hay textos que se publicaron después de su muerte.
Según las palabras del autor “el único elogio que solicito para este libro es el de que se reconozca que no consiste en un puro álbum, que tiene comienzo y fin. Todos los poemas nuevos se han hecho para ser adaptados a un cuadro singular que yo había escogido”
El autor manejó algunos títulos hasta llegar el definitivo: “Me pareció entonces más interesante y tanto más agradable cuanto más difícil, tratar de extraer la belleza del mal”.
El libro contiene una dedicatoria al poeta Theòphile Gauthier: AL POETA IMPECABLE Al perfecto mago en las letras francesas. A mi muy caro y muy venerado MAESTRO Y AMIGO con los sentimientos de la más profunda humildad dedico ESTAS FLORES ENFERMIZAS.
Presenta además un poema introductorio “Al lector “y un poema que cierra el libro “Epígrafe para un libro condenado”, entre ambos aparecen seis secciones:
• Spleen e Ideal.
• Cuadros parisinos.
• El vino.
• Las flores del mal.
• Revolución.
• La muerte.
La 2º sección fue agregada en la segunda edición del libro (1961) : no figuraba en la primera de 1857.
La protagonista de todo el libro y especialmente de esta sección es la ciudad, y especialmente París. Quizás nada para él podría ser entendido fuera de los reconocibles límites de París. Recordamos las palabras de Balzac cuando al comienzo de la novela “Papa Goriot” (1852) se preguntaba “¿será comprendida más allá de París? Con Baudelaire ocurre lo mismo: muestra de ella su grandeza y su estupidez.
Con respecto a su visión de la naturaleza y de la ciudad el poeta ha señalado: “ …yo no soy incapaz de enternecerme con los vegetales, y mi alma es rebelde a esta nueva y singular religión… siempre he pensado que existe en la Naturaleza, floreciente y rejuvenecida, algo de impúdico y de afligente…En el fondo de los bosques, encerrado bajo sus bóvedas similares a las de las sacristías y de las catedrales, yo pienso en nuestras estupefacientes ciudades, y la prodigiosa música que corre a lo largo de las cimas, me parece la traducción de lamentos humanos”. Recordemos el primer verso del poema “Paisaje” que se analizará más adelante “quisiera yo componer mis églogas más puras” y quedan explicadas estas palabras del autor.
La mirada hacia la ciudad es de una profunda piedad hacia los desamparados, los viejos, los enfermos, los desahuciados, los más desvalidos, de ahí que el autor señalara de la ciudad “: París centro e irradiación de la estupidez humana”.
La crítica coincide en señalar el tema ciudadano como una de las renovaciones más perdurables que Baudelaire introdujo en la poesía del siglo XIX. Es él el primer poeta de la ciudad. Pasar de los amplios panoramas de la poesía de Vigny y de Víctor Hugo a la de las Flores del mal es después de recorrer vastos paisajes de bosques y montañas, penetrar en una habitación secreta de íntimos y umbrosos ecos, con penumbra de lámparas, destellos de joyas, cristales y desnudeces lustrosas, sensualidad de pieles y perfumes refinados, a través del balcón, la ciudad dormida y silenciosa. Su mundo ideal está figurado como una arquitectura, porque su mundo real es una arquitectura, una naturaleza urbana, es decir, una naturaleza que no es más naturaleza.
Pero este cambio en el decorado, no es solamente tal, sino una necesaria renovación del mundo poético, una re invención del mismo. Las imágenes bucólicas, las comparaciones y metáforas que transcurrían en parques abandonados y al borde de los lagos no sirven para recrear poéticamente el mundo ciudadano. Según Eliot, el autor dio nuevas posibilidades a la poesía en una nueva provisión de imágenes de la vida contemporánea. No es simplemente usar imágenes de la vida ordinaria, al usar imágenes de la vida sórdida de una gran metrópoli sino al elevar tales imágenes a la primera intensidad, presentándolas como son, y sin embargo haciéndolas representar algo mucho más que ellas mismas.
Baudelaire rechaza la naturaleza y escoge la ciudad para pensar su poesía, porque es aquí, en una creación del hombre, en un ambiente anti natural muchas veces corrompido, donde encuentra más amplios ecos su meditación sobre el mal. El ángel caído, lleno de nostalgia por el paraíso primero y natural, reflexiona en este corazón ciudadano que se ha alejado de la naturaleza primitiva, para profundizar en el desarraigo esencial en el que ha crecido la cultura del hombre moderno; el pecado original.
Es por eso quizás, que los habitantes del París de Baudelaire poseen ese rasgo común de desheredados, de testigos nostálgicos de un mundo del que son extranjeros, figuras de anónimo pasado, y sin futuro, casi inmóviles: los mendigos, los ciegos, los ancianos, las viudas, las prostitutas, los borrachos.
En el tema de la ciudad se cumple además una noción del romanticismo propia de Baudealaire y compartida por Stendhal, como la “expresión más reciente, más actual de lo bello” Baudelaire ha mostrado por primera vez la belleza de la ciudad. Recordemos el siguiente párrafo “El heroísmo de la vida moderna”
La propuesta de eje temático consiste entonces en observar rasgos del género bucólico en algunos textos seleccionados de varios movimientos literarios diferentes y comparar la visión naturaleza- ciudad en la poesía de este autor francés.
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