27 de abril de 2018

6°B! El Cuervo. Edgar Allan Poe.

Edgar Allan Poe
(Boston, 1809 - Baltimore, 1849)


el cuervo

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

22 de abril de 2018

Trabajo de la alumna Giuliana Icardi.,4°3


Paul Auster
La historia de mi máquina de escribir”


Es una autobiografía de su vida literaria y de su compañera una Olympia portátil.
Crean un vínculo muy cercano en el que el autor pasa la mitad de su vida con “ella”.
Anticuada y llena de abolladuras, reliquia de una época que rápidamente está desapareciendo de la memoria”, así describió Austera su máquina de escribir;junto a Sam Messer le dieron vida con sus ilustraciones, pasó de ser “eso” a “ella”.
Autobiografía que vale la pena leer junto a ilustraciones de “ella” y él”.




Trabajo del alumno Facundo Giménez.4°3

4°4 ¿Qué es un juglar?




“Desde el siglo VII aparece en la Europa Central una nueva denominación jocularis, usado como sustantivo o joculator para designar a persona que divertía al rey o al pueblo. El nombre juglar fue el que se vulgarizó en las lenguas modernas.
Pero desde el siglo XI surge una nueva denominación para  designar al poeta más culto, llamósele trovador en el sur de Francia.
El trovador, no sólo por lo común, era socialmente superior al juglar, sino también lo era intelectualmente, como persona más instruida.

Todos estos nombres, usados en España, se confunden en Provenza bajo el de juglar, y no debe ser así; por esto el rey aconseja y declara que todos los que viven vilmente y no pueden presentarse en una corte de valía, como son aquellos que hacen saltar simios o machos cabríos o perros, y cantar entre gentes bajas por un poco de dinero, éstos no deben llevar el nombre de juglar, ni los que en las cortes se fingen locos, sin vergüenza de nada, pues estos se llaman bufones. Los que con cortesía y ciencia saben portarse entre las gentes ricas para tocar instrumentos, contar “novas”  o relatos poéticos, cantar versos y canciones hechas por otros, estos ciertamente pueden poseer el nombre de juglar y deben ser bien acogidos en las cortes a las cuales llevan recreación y placer. En  fin, aquellos que sabe trovar verso y tonada, y saben hacer danzas, coblas, baladas, albadas y serventesios, deben ser llamados trovadores.”



Fragmento. Parte I - Los juglares en general. ¿Qué es un juglar?
Menéndez Pidal.

Aporte de profesora - practicante Florencia Cabral


20 de abril de 2018

4°3 - 4°7. Primer eje temático.


                                                                PRIMER EJE TEMÁTICO.
                                                                                 EL AMOR
El amor y la pasión.
Gerineldo y la infanta. (romance anónimo siglo XV)
El veneno de Moriana (romance anónimo del siglo XV)
La casada infiel . (De: Romancero gitano) Federico García Lorca.
La casa de Bernarda Alba. (drama) Federico García Lorca.
Terribles ojos verdes. Mario Delgado Aparaín.

El amor y la muerte.
Amor más poderoso que la muerte. (romance anónimo del siglo XV)
Amor constante más allá de la muerte (Soneto. Francisco de Quevedo)
La Celestina. Fernando de Rojas.

4°4. Primer eje temático.


                                                                      
                                                                PRIMER EJE TEMÁTICO.
                                                                             EL AMOR.
El amor y la pasión.
Romance del Conde Claros. (romance anónimo siglo XV)
La casada infiel . (De: Romancero gitano) Federico García Lorca.
La casa de Bernarda Alba. (drama) Federico García Lorca.
El amor y la muerte.
Amor más poderoso que la muerte. (romance anónimo del siglo XV)
Amor constante más allá de la muerte (Soneto. Francisco de Quevedo)
La Celestina.  (teatro)Fernando de Rojas.

19 de abril de 2018

4° (todos) Nuevo fragmento de A salto de mata. Paul Auster

                     A SALTO DE MATA. Crónica de un fracaso precoz. Paul Auster (fragmento)

Me fui a París hacia mediados de
febrero de 1971. Después del encuentro
en la escalera, no volví a ver a Joe en
varias semanas. Luego, unos días antes
de mi marcha, me tropecé con él en
Broadway. Tenía mucho mejor aspecto,
y la expresión intimidada había
desaparecido de su rostro. Cuando le
conté que estaba a punto de irme a vivir
a París, enseguida recobró el brío,
mostrando la misma efusividad de
siempre.
—Es curioso que mencione París —
me dijo—. En realidad, es una
coincidencia de lo más oportuna. Hace
solo dos o tres días, iba paseando por la
Quinta Avenida y a quién me encuentro
sino a mi viejo amigo Antoine, director
de la Cunard Lines. «Joe», me dijo, «no
tienes buen aspecto, Joe», y yo le
contesté: «No, Antoine, es cierto,
últimamente no me he encontrado muy
bien», y Antoine repuso que quería
hacer algo por mí, echarme una mano,
por decirlo así, para encarrilarme de
nuevo. Lo que me propuso el otro día
ahí mismo, en la Quinta Avenida, era
embarcarme a París y alojarme en el
Hotel George V Con todos los gastos
.
pagados, por supuesto, además de un
guardarropa nuevo. Me dijo que podía
quedarme allí el tiempo que quisiera.
Dos semanas, dos meses, y hasta dos
años, si me apetecía. Si me decido a ir,
y creo que sí, me marcharé a finales de
mes. Lo que significa, joven, que
coincidiremos en París. Agradable
perspectiva, ¿no? Confíe en verme allí.
Tomaremos el té, cenaremos juntos. No
tiene más que dejarme recado en el
hotel. En los Champs-Élysées. Allí nos
veremos la próxima vez, amigo mío. En
París, en los Champs-Élysées.
Tras lo cual, se despidió de mí
estrechándome la mano y deseándome un
buen y feliz viaje.
Nunca volví a ver a Joe Reilly.
Incluso antes de decirnos adiós aquel
día, supe que hablaba con él por última
vez, y cuando acabó desapareciendo
entre la multitud unos momentos
después, fue como si ya se hubiera
convertido en un fantasma. Durante
todos los años que viví en París, me
acordaba de él siempre que ponía los
pies en los Champs-Élysées. Incluso
ahora, cada vez que vuelvo allí, pienso
en él.
El dinero no me duró tanto como creía.
Encontré un apartamento a la semana de
llegar, y una vez que pagué la comisión
de la agencia, la garantía, la conexión
del gas y la electricidad, el primer mes
de alquiler, el último mes de alquiler y
la póliza de seguros obligatoria, no me
quedó mucho. Justo desde el principio,
por tanto, tuve que bregar por
mantenerme a flote. En los tres años y
medio que viví en Francia, tuve muchos
empleos, salté de un trabajillo a tiempo
parcial a otro, y me hinché a hacer
colaboraciones. Cuando estaba sin
trabajo, lo buscaba. Cuando tenía,
pensaba en la forma de encontrar más.
Aun en las mejores épocas, rara vez
ganaba lo suficiente para vivir tranquilo,
y a pesar de estar un par de veces al
borde de la ruina total, me las arreglé
para evitarla. Vivía, como suele decirse,
a salto de mata. Durante todo el tiempo
escribí sin parar, y si deseché muchos
textos (principalmente en prosa),
conservé buena parte de ellos (sobre
todo poemas y traducciones). Para bien
o para mal, cuando volví a Nueva York,
en julio de 1974, la idea de no escribir
me resultaba inconcebible.
Conseguía la mayoría de los trabajos
a través de amigos, de amigos de amigos
o de amigos de amigos de amigos. El
hecho de vivir en un país extranjero
reduce las posibilidades, y sin conocer a
gente dispuesta a echar una mano es casi
imposible arrancar. No solo no se abren
las puertas, sino que ni siquiera se sabe
a qué puertas llamar. Yo tuve la suerte
de disponer de algunos aliados, y en un
momento u otro todos movieron
pequeñas montañas para mí.

15 de abril de 2018

4°3 Trabajo de la alumna Camila Quintana

4°3 Trabajo de la alumna Giuliana Icardi


Paul Auster
La historia de mi máquina de escribir”


Es una autobiografía de su vida literaria y su compañera, una Olympia portátil.
Crean un vínculo muy cercano, pasa la mitad de su vida con “ella”.
Anticuada y llena de abolladuras, reliquia de una época que rápidamente está desapareciendo de la memoria”, así describió Auster su máquina de escribir; junto a Sam Messer le dieron vida con sus ilustraciones, pasó de ser “eso” a “ella”.


Autobiografía que vale la pena leer junto a ilustraciones de “ella” y él”.

4°3 Consigna de trabajo

En el curso de 4°3 el programa comenzó con el estudio como texto de portada el libro "Historia de mi máquina de escribir" de Paul Auster. Reconocidas las partes del libro se trabajó con la información de la contratapa del libro en cuanto a la reseña, y valoración crítica del libro.
Los alumnos escribieron como producción personal su propia reseña y redactaron una valoración personal del libro en una contratapa creada por ellos con ilustraciones seleccionadas.
Algunos ejemplos serán compartidos
Gracias a los alumnos que se animaron a dicho trabajo.

10 de abril de 2018

4°4, Romance del Conde Claros.

 Romance del conde ClaroMedia noche era por filo,
los gallos querían cantar,
conde Claros con amores
 no podía reposar;
dando muy grandes sospiros 5
que el amor le hacía dar,
por amor de Claraniña
no le deja sosegar.
Cuando vino la mañana
que quería alborear, 10
salto diera de la cama
que parece un gavilán.
Voces da por el palacio,
y empezara de llamar:
-Levantá, mi camarero, 15
dame vestir y calzar.
Presto estaba el camarero
para habérselo de dar:
diérale calzas de grana,
borceguís de cordobán; 20
diérale jubón de seda
aforrado en zarzahán;
diérale un manto rico
que no se puede apreciar;
trescientas piedras preciosas 25
al derredor del collar;
tráele un rico caballo
que en la corte no hay su par,
que la silla con el freno
bien valía una ciudad, 30
con trescientos cascabeles
al rededor del petral;
los ciento eran de oro,
y los ciento de metal,
y los ciento son de plata 35
por los sones concordar;
y vase para el palacio
para el palacio real.
A la infanta Claraniña
allí la fuera hallar, 40
trescientas damas con ella
que la van acompañar.
Tan linda va Claraniña,
que a todos hace penar.
Conde Claros que la vido 45
luego va descabalgar;
las rodillas por el suelo
le comenzó de hablar:
-Mantenga Dios a tu Alteza.
Conde Claros, bien vengáis. 50
Las palabras que prosigue
eran para enamorar:
-Conde Claros, conde Claros,
el señor de Montalván,
¡cómo habéis hermoso cuerpo 55
para con moros lidiar!
Respondiera el conde Claros,
tal respuesta le fue a dar:
-Mi cuerpo tengo, señora,
para con damas holgar: 60
si yo os tuviese esta noche,
señora a mi mandar,
otro día en la mañana
con cient moros pelear,
si a todos no los venciese 65
que me mandase matar.
-Calledes, conde, calledes,
y no os queráis alabar:
el que quiere servir damas
así lo suele hablar, 70
y al entrar en las batallas
bien se saben excusar.
-Si no lo creéis, señora,
por las obras se verá:
siete años son pasados 75
que os empecé de amar,
que de noche yo no duermo,
ni de día puedo holgar.
-Siempre os preciastes, conde,
de las damas os burlar; 80
mas déjame ir a los baños,
a los baños a bañar;
cuando yo sea bañada
estoy a vuestro mandar.
Respondiérale el buen conde, 85
tal respuesta le fue a dar:
-Bien sabedes vos, señora,
que soy cazador real;
caza que tengo en la mano
nunca la puedo dejar. 90
Tomárala por la mano,
para un vergel se van;
a la sombra de un aciprés,
debajo de un rosal,
de la cintura arriba 95
tan dulces besos se dan,
de la cintura abajo
como hombre y mujer se han.
Mas la fortuna adversa
que a placeres da pesar, 100
por ahí pasó un cazador,
que no debía de pasar,
detrás de una podenca,
que rabia debía matar.
Vido estar al conde Claros 105
con la infanta a bel holgar.
El conde cuando le vido
empezóle de llamar:
-Ven acá tú, el cazador,
así Dios te guarde de mal: 110
de todo lo que has visto
tú nos tengas poridad.
Darte he yo mil marcos de oro,
y si más quisieres, más;
casarte he con una doncella 115
que era mi prima carnal;
darte he en arras y en dote
la villa de Montalván:
de otra parte la infanta
mucho más te puede dar. 120
El cazador sin ventura
no les quiso escuchar:
vase por los palacios
ado el buen rey está.
-Manténgate Dios, el rey, 125
y a tu corona real:
una nueva yo te traigo
dolorosa y de pesar,
que no os cumple traer corona
ni en caballo cabalgar. 130
La corona de la cabeza
bien la podéis vos quitar,
si tal deshonra como ésta
la hubieseis de comportar,
que he hallado la infanta 135
con Claros de Montalván,
besándola y abrazando
en vuestro huerto real:
de la cintura abajo
como hombre y mujer se han. 140
El rey con muy grande enojo
al cazador mandó matar,
porque había sido osado
de tales nuevas llevar.
Mandó llamar sus alguaciles 145
apriesa, no de vagar,
mandó armar quinientos hombres
que le hayan de acompañar,
para que prendan al conde
y le hayan de tomar 150
y mandó cerrar las puertas,
las puertas de la ciudad.
A las puertas del palacio
allá le fueron a hallar,
preso llevan al buen conde 155
con mucha seguridad,
unos grillos a los pies,
que bien pesan un quintal;
las esposas a las manos,
que era dolor de mirar; 160
una cadena a su cuello,
que de hierro era el collar.
Cabálganle en una mula
por más deshonra le dar;
metiéronle en una torre 165
de muy gran escuridad:
las llaves de la prisión
el rey las quiso llevar,
porque sin licencia suya
nadie le pueda hablar. 170
Por él rogaban los grandes
cuantos en la corte están,
por él rogaba Oliveros,
por él rogaba Roldán,
y ruegan los doce pares 175
de Francia la natural;
y las monjas de Sant Ana
con las de la Trinidad
llevaban un crucifijo
para al buen rey rogar. 180
Con ellas va un arzobispo
y un perlado y cardenal;
mas el rey con grande enojo
a nadie quiso escuchar,
antes de muy enojado 185
sus grandes mandó llamar.
Cuando ya los tuvo juntos
empezóles de hablar:
-Amigos y hijos míos,
a lo que vos hice llamar, 190
ya sabéis que el Conde Claros,
el señor de Montalván,
de cómo le he criado
fasta ponello en edad,
y le he guardado su tierra, 195
que su padre le fue a dar,
el que morir no debiera,
Reinaldos de Montalván,
y por facelle yo más grande,
de lo mío le quise dar; 200
hícele gobernador
de mi reino natural.
Él por darme galardón,
mirad, en qué fue a tocar,
que quiso forzar la infanta, 205
hija mía natural.
Hombre que lo tal comete
¿qué sentencia le han de dar?
Todos dicen a una voz
que lo hayan de degollar, 210
y así la sentencia dada
el buen rey la fue a firmar.
El arzobispo que esto viera
al buen rey fue a hablar,
pidiéndole por merced 215
licencia le quiera dar
para ir a ver al conde
y su muerte le denunciar.
-Pláceme, dijo el buen rey,
pláceme de voluntad; 220
mas con esta condición:
que solo habéis de andar
con aqueste pajecico
de quien puedo bien fiar.
Ya se parte el arzobispo 225
y a las cárceles se va.
Las guardas desque lo vieron
luego le dejan entrar;
con él iba el pajecico
que le va a acompañar. 230
Cuando vido estar al conde
en su prisión y pesar,
las palabras que le dice
dolor eran de escuchar.
-Pésame de vos, el conde, 235
cuanto me puede pesar,
que los yerros por amores
dignos son de perdonar.
Por vos he rogado al rey,
nunca me quiso escuchar, 240
antes ha dado sentencia
que os hayan de degollar.
Yo vos lo dije, sobrino,
que vos dejásedes de amar,
que el que las mujeres ama 245
atal galardón le dan,
que haya de morir por ellas
y en las cárceles penar.
Respondiera el buen conde
con esfuerzo singular: 250
-Calledes por Dios, mi tío,
no me queráis enojar;
quien no ama las mujeres
no se puede hombre llamar;
mas la vida que yo tengo 255
por ellas quiero gastar.
Respondió el pajecico,
tal respuesta le fue a dar:
-Conde, bienaventurado
siempre os deben de llamar, 260
porque muerte tan honrada
por vos había de pasar;
más envidia he de vos, conde
que mancilla ni pesar:
más querría ser vos, conde, 265
que el rey que os manda matar,
porque muerte tan honrada
por mí hubiese de pasar.
Llaman yerro la fortuna
quien no la sabe gozar, 270
la priesa del cadahalso
vos, conde, la debéis dar;
si no es dada la sentencia
vos la debéis de firmar.
El conde que esto oyera 275
tal respuesta le fue a dar;
-Por Dios te ruego, el paje,
en amor de caridad,
que vayas a la princesa
de mi parte a le rogar, 280
que suplico a su Alteza
que ella me salga a mirar,
que en la hora de mi muerte
yo la pueda contemplar,
que si mis ojos la veen 285
mi alma no penará.
Ya se parte el pajecico,
ya se parte, ya se va,
llorando de los sus ojos
que quería reventar. 290
Topara con la princesa,
bien oiréis lo que dirá:
-Agora es tiempo, señora,
que hayáis de remediar,
que a vuestro querido el conde 295
lo lleven a degollar.
La infanta que esto oyera
en tierra muerta se cae;
damas, dueñas y doncellas
no la pueden retornar, 300
hasta que llegó su aya
la que la fue a criar.
-¿Qué es aquesto, la infanta?
aquesto, ¿qué puede estar?
-¡Ay triste de mí, mezquina, 305
que no sé qué puede estar!
¡que si al conde me matan
yo me habré desesperar!
-Saliésedes vos, mi hija,
saliésedes a lo quitar. 310
Ya se parte la infanta,
ya se parte, ya se va:
fuese para el mercado
donde lo han de sacar.
Vido estar el cadahalso 315
en que lo han de degollar,
damas, dueñas y doncellas
que lo salen a mirar.
Vio venir la gente de armas
que lo traen a matar, 320
los pregoneros delante
por su yerro publicar.
Con el poder de la gente
ella no podía pasar.
-Apartádvos, gente de armas, 325
todos me haced lugar,
si no... ¡por vida del rey,
a todos mande matar!
La gente que la conoce
luego le hace lugar, 330
hasta que llegó el conde
y le empezara de hablar:
-Esforzá, esforzá, el buen conde,
y no queráis desmayar,
que aunque yo pierda la vida, 335
la vuestra se ha de salvar.
El aguacil que esto oyera
comenzó de caminar;
vase para los palacios
adonde el buen rey está. 340
-Cabalgue la vuestra Alteza,
apriesa, no de vagar,
que salida es la infanta
para el conde nos quitar.
Los unos manda que maten, 345
y los otros enforcar:
si vuestra Alteza no socorre,
yo no puedo remediar.
El buen rey de que esto oyera
comenzó de caminar, 350
y fuese para el mercado
ado el conde fue a hallar.
-¿Qué es esto, la infanta?
aquesto, ¿qué puede estar?
¿La sentencia que yo he dado 355
vos la queréis revocar?
Yo juro por mi corona,
por mi corona real,
que si heredero tuviese
que me hubiese de heredar, 360
que a vos y al conde Claros
vivos vos haría quemar.
-Que vos me matéis, mi padre,
muy bien me podéis matar,
mas suplico a vuestra Alteza, 365
que se quiera él acordar
de los servicios pasados
de Reinaldos de Montalván,
que murió en las batallas,
por tu corona ensalzar: 370
por los servicios del padre
al hijo debes galardonar;
por malquerer de traidores
vos no le debéis matar,
que su muerte será causa 375
que me hayáis de disfamar.
Mas suplico a vuestra Alteza
que se quiera consejar,
que los reyes con furor
no deben de sentenciar, 380
porque el conde es de linaje
del reino más principal,
porque él era de los doce
que a tu mesa comen pan.
Sus amigos y parientes 385
todos te querrían mal,
revolver te hían guerra,
tus reinos se perderán.
El buen rey que esto oyera
comenzara a demandar: 390
-Consejo os pido, los míos,
que me queráis consejar.
Luego todos se apartaron
por su consejo tomar.
El consejo que le dieron, 395
que le haya de perdonar
por quitar males y bregas,
y por la princesa afamar.
Todos firman el perdón,
el buen rey fue a firmar: 400
también le aconsejaron,
consejo le fueron dar,
pues la infanta quería al conde,
con él haya de casar,
Ya desfierran al buen conde, 405
ya lo mandan desferrar:
descabalga de una mula,
el arzobispo a desposar.
Él tomóles de las manos,
así los hubo de juntar. 410
Los enojos y pesares
en placer hubieron de tornar.

4°4,Otro fragmento de la autobiografia de Auster.

 A SALTO DE MATA.
Crónica de un fracaso precoz.


"No voy a justificar las decisiones
que tomé. Si carecían de sentido
práctico, lo cierto era que yo no
pretendía serlo. Lo que deseaba eran
experiencias nuevas. Ansiaba salir al
mundo y ponerme a prueba, pasar de una
cosa a otra, explorar todo lo que
pudiera. Mientras mantuviese los ojos
abiertos, me figuraba que todo lo que
pasara sería aprovechable, me enseñaría
cosas que ignoraba. Parece una actitud
anticuada, y quizá lo fuese. Joven
escritor se despide de familia y amigos
y sale hacia un destino desconocido para
descubrir de qué está hecho. Para bien o
para mal, dudo de que me hubiese
convenido cualquier otra actitud. Tenía
energía, la cabeza llena de ideas y el
gusanillo de los viajes. Como el mundo
era tan grande, lo último que deseaba
era andar con pies de plomo."
(Fragmento)

9 de abril de 2018

romance "El veneno de Moriana"

                                                        EL VENENO DE MORIANA

Madrugaba don Alonso
a poco del sol salido;
convidando va a su boda
a los parientes y amigos;
a las puertas de Moriana
sofrenaba su rocino:
—Buenos días, Moriana.
—Don Alonso, bien venido.
—Vengo a brindarte Moriana,
para mi boda el domingo.
—Esas bodas, don Alonso,
debieran de ser conmigo;
pero ya que no lo sean,
igual el convite estimo,
y en prueba de la amistad
beberás del fresco vino,
el que solías beber
dentro en mi cuarto florido.
Moriana, muy ligera
en su cuarto se ha metido;
tres onzas de solimán
con el acero ha molido,
de la víbora los ojos,
sangre de un alacrán vivo:
—Bebe, bebe, don Alonso,
bebe de este fresco vino.
—Bebe primero, Moriana,
que así está puesto en estilo.
Levantó el vaso Moriana,
lo puso en sus labios finos;
los dientes tiene menudos,
gota dentro no ha vertido.
Don Alonso, como es mozo,
maldita gota ha perdido.
—¿Qué me diste, Moriana,
qué me diste en este vino?
¡Las riendas tengo en la mano
y no veo a mi rocino!
—Vuelve a casa, don Alonso,
que el día ya va corrido
y se celará tu esposa
si quedas acá conmigo.
—¿Qué me diste, Moriana,
que pierdo todo el sentido?
¡Sáname de este veneno,
yo me he de casar contigo!
—No puede ser, don Alonso,
que el corazón te ha partido.
—¡Desdichada de mi madre
que ya no me verá vivo!
—Más desdichada la mía
desque te hube conocido.

ANÓNIMO

4°3- 4°7 Romance de Gerineldo y la infanta

                                             Romance de Gerineldo y la Infanta
-Gerineldo, Gerineldo,
paje del rey más querido,
quien te tuviera esta noche
en mi jardín florecido.
Válgame Dios, Gerineldo,
cuerpo que tienes tan lindo.
-Como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.
-No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
-¿Y cuándo, señora mía,
cumpliréis lo prometido?
-Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido.
Media noche ya es pasada
Gerineldo no ha venido.
"¡Oh, malhaya, Gerineldo,
quien amor puso contigo!"
-Abraisme, la mi señora,
abraisme, cuerpo garrido.
-¿Quién a mi estancia se atreve,
quién llama así a mi postigo?
-No os turbéis, señora mía,
que soy vuestro dulce amigo.
Tomáralo por la mano
y en el lecho lo ha metido;
entre juegos y deleites
la noche se les ha ido,
y allá hacia el amanecer
los dos se duermen vencidos.
Despertado había el rey
de un sueño despavorido.
"O me roban a la infanta
o traicionan el castillo."
Aprisa llama a su paje
pidiéndole los vestidos:
"¡Gerineldo, Gerineldo,
el mi paje más querido!"
Tres veces le había llamado,
ninguna le ha respondido.
Puso la espada en la cinta,
adonde la infanta ha ido;
vio a su hija, vio a su paje
como mujer y marido.
"¿Mataré yo a Gerineldo,
a quien crié desde niño?"
Pues si matare a la infanta
mi reino queda perdido.
Pondré mi espada por medio
que me sirva de testigo."
Y salióse hacia el jardín
sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta
tres horas ya el sol salido;
en el frior de la espada
la dama se ha estremecido.
- Levántate, Gerineldo,
levántate, dueño mío,
la espada del rey, mi padre
entre los dos ha dormido.
-¿Y dónde iré, mi señora,
que del rey no sea visto?
-Vete por ese jardín
cogiendo rosas y lirios;
pesares que te vinieren
yo los partiré contigo.
-¿Dónde vienes, Gerineldo,
tan mustio y descolorido?
-Vengo del jardín, buen rey,
por ver cómo ha florecido;
la fragancia de una rosa
la color me ha desvaído.
-De esa rosa que has cortado
mi espada será testigo.
-Matadme, señor, matadme,
bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones
la infanta a su padre vino:
-Rey y señor, no le mates,
más dámelo por marido.
O si lo quieres matar
la muerte será conmigo.

ANONIMO

4° iNFORMACIÓN SOBRE ROMANCES.

                                                                  LOS ROMANCES
Los romances son una serien indefinida (en número) de versos octosílabos,
con rima asonante en los versos pares. Se habla de tirada o serie, porque no
están divididos en estrofas.
Fueron compuestos a finales de la Edad Media (fines del siglo XIII y siglo
XIV), y recién en el siglo XVII se pusieron por escrito.
Definición según Ramón Menéndez Pidal: “Son breves poemas épico-
líricos que se cantaban al son de un instrumento”.
Por lo tanto, los Romances son una combinación de géneros: mezclan
narración, el romance casi siempre cuenta una historia (épico); y el foco está
puesto en la expresión de sentimientos (lírico).
Características:
 Anónimos.
 Tradicionales: se transmitían de generación en generación.
 Populares: los cantaba el pueblo, por lo tanto eran de difusión oral.
 Fragmentarios: toman la parte más importante de la narración; son la
fragmentación de un texto más largo (cantares de gesta o epopeya1); es por esto
que tienen un comienzo abrupto y un final trunco. Esto se debe a que el público
habría preferido romances breves y concentrados, con escenas intensas, de gran
emotividad.
 Dinamismo: estos se debe a la versificación en octosílabos, el verso más
popular, más parecido al habla. Incluso las descripciones son ágiles. Se prefiere
presentar al personaje en acción; las descripciones son económicas: con un par
de rasgos alcanza para caracterizar a los personajes.
 Uso del diálogo: unido a la característica anterior, con el diálogo, no solo
se gana en agilidad sino también en dramatismo, acercando la acción al
lector/auditorio.
 Mentalidad individualista: en general, los romances muestran una
mentalidad individualista, con personajes rebeldes, desinhibidos, libres.
 Variedad de temas: ya no se restringen a temas como la valentía, el
honor, el guerrero, etc. (típico del cantar de gesta). Se populariza el tema del
amor; se tratan menos temas relativos a la nobleza, para referirse a temas más
generales (el amor, la muerte, el miedo, la soledad, la pena, etc.). tratan
experiencias humanas básicas. El hincapié, en el tema amoroso, está hecho en el
amor humano: no se hace mucha referencia al amor divino, pues no pretende
ningún didactismo moral o religioso.
 Personajes: suelen ser de distintas clases sociales. No siempre tienen
nombre propio, sino genérico; que es un modo de darle al personaje valor
universal: todos los que escuchaban podían sentirse identificados,
representados. Además, como consecuencia del fragmentarismo, no es
necesario hacer presentaciones. Los personajes femeninos no son más sumisos,
pasivos, tímidos, sino más bien desinhibidos; en ningún momento son
censurados.
Clasificación:
La clasificación principal que ha de hacerse de los romances es en (a) viejos
o populares y (b) nuevos o artísticos.
1
El cantar de gesta o la epopeya, es un sub-género dentro del género narrativo, que narra hazañas de
héroes. De hecho, el término epopeya proviene del griego epos que significa culto a los héroes.
Otra clasificación, según los temas y origen:
(1) Líricos: ha desaparecido la parte narrativa, fue perdiendo esos
elementasen la propia evolución.
(2) Novelescos: se originan en el folklore europeo, provienen de antiguas
leyendas populares, y admiten una buena dosis de fantasía.
(3) Heroico-caballerescos: provienen de los cantares de gesta, son
fragmentos de poemas más extensos centrados en un héroe legendario.
(4) Históricos: su cometido es hacer público un suceso ocurrido en España.
se sub-divide en: (4a) noticieros (los romances se componían para transmitir
información); (4b) fronterizos (contienen noticias de la guerra entre España y
los árabes); y (4c) moriscos (romances que cantan un hecho desde el punto de
vista de los moros).
Otras consideraciones sobre los romances:
El verso original del romance era de dieciséis sílabas, con una cesura
(pausa en el medio del verso) que divide al verso en dos hemistiquios (mitad de
verso), pero eran demasiado extensos como para memorizarlos.
El juglar es el artista ambulante encargado de transmitir los romances.
Este iba de un pueblo a otro cantando en las plazas a cambio de algo (ropa,
comida, vino, monedas, etc.). el juglar es el recitador profesional que no crea los
poemas que canta, si bien, en ocasiones, realizaba interpolaciones de versos de
otros romances, o, en casos más graves, refundía dos poemas en uno. Se
acompañaban de instrumentos musicales, y, al principio, se especializaban en la
poesía épica.
Eran de estratos sociales más bien bajos, despreciados socialmente.
Además, la Iglesia los repudiaba porque los asociaba con los actores, que eran el
modelo de inmoralidad; de todos modos, el juglar no era perseguido por la
Iglesia. Su público no era definido: podían actuar para la nobleza o para el
pueblo.
Además de recitar, interpretaban sátiras, y, cuando la necesidad
apremiaba, poesía amorosa. Existía una enorme variedad de juglares:
malabaristas, especialistas en distintos instrumentos, titiriteros. En otras
ocasiones, acompañaban a los nobles a la guerra, para oficiar como músicos, o
servían, por su extraordinaria memoria, oficiaban de correo, político o amoroso.

5 de abril de 2018

4°7 Deberes

Alumnos de 4°7: recuerden para mañana redactar el comentario sobre el comienzo del libro Historia de mi máquina de escribir de Auster y leer el fragmento ya visto en clase sobre su autobiografia A salto de mata y relacionar ambos textos de acuerdo a sus elementos autobiográficos.
Quedan alumnos aún por leer sus reseñas y críticas del libro
Giovanna

4° año. Autobiografia de Auster.

A SALTO DE MATA.   Crónica un fracaso precoz.

Cuando llegué a la treintena, pasé por
unos años en los cuales todo lo que
tocaba se convertía en fracaso. Mi
matrimonio terminó en divorcio, mi
trabajo de escritor se hundía y estaba
abrumado por problemas de dinero. No
me refiero simplemente a una escasez
ocasional, ni a tener que apretarme el
cinturón de cuando en cuando, sino a una
falta de dinero continua, opresiva, casi
agobiante, que me envenenaba el alma y
me mantenía en un inacabable estado de
pánico.
La culpa era solo mía. Mi relación
con el dinero siempre había sido
imperfecta, enigmática, llena de
impulsos contradictorios, y ahora
pagaba el precio de negarme a adoptar
una posición clara al respecto. Desde
siempre, mi única ambición había sido
escribir. Lo sabía desde los dieciséis o
diecisiete años, y nunca me había hecho
ilusiones de que podría ganarme la vida
escribiendo. El escritor no «elige una
profesión», como el que se hace médico
o policía. No se trata tanto de escoger
como de ser escogido, y una vez que se
acepta el hecho de que no se vale para
otra cosa, hay que estar preparado para
recorrer un largo y penoso camino
durante el resto de la vida. A menos que
se resulte ser un elegido de los dioses (y
pobre de quien cuente con ello), con
escribir no se gana uno la vida, y si se
quiere tener un techo sobre la cabeza y
no morirse de hambre, habrá que
resignarse a hacer otra cosa para pagar
los recibos. Yo comprendía todo eso,
estaba preparado para ello, no me
quejaba. En ese aspecto, tuve una suerte
inmensa. No sentía un interés particular
por los bienes materiales, y la
perspectiva de ser pobre no meVAC
asustaba. Lo único que quería era una
oportunidad de realizar la obra que
sentía en mi interior.
La mayoría de los escritores llevan
una doble vida. Ganan buen dinero en
profesiones normales y se las arreglan
lo mejor que pueden para escribir por la
mañana temprano, a altas horas de la
noche, durante el fin de semana, las vacaciones."
Paul Auster

FRAGMENTO